Solo tres días pasaron desde la decisión de mi madrina, de no ayudarme a buscar a mi mamá. Y tres, de estarlo meditando por mi cuenta, y obtener ayuda de Consuelo, la cocinera del orfanato.
Me había decidido. La buscaría yo sola. Y ahora con ayuda de un mapa de Medellín que Consuelo me dio, creyendo que deseaba conocer más de la ciudad, saldría en la búsqueda de mi mamá. Lo quisieran mis compañeras o no. Lo aprobaran la señorita Celina y Manuela, o no.
Eran las tres de la tarde. El momento perfecto para escapar. Mis compañeras y los demás niños, estaban en el salón, recibiendo a posibles futuros padres. Las directoras del lugar, lo bastante ocupadas atendiendo papás ansiosos, que no repararían en mí. Había alistado un pequeño bolso con mis pertenencias esta mañana. Unas botas rojas para el pantano, una mini sombrilla y mi suéter de lana. Tambien había robado dos manzanas de la cocina y una provisión de cinco paquetes de galletas. No sabía si sería suficiente para escapar, pero al menos me quitarían el hambre mientras buscaba a mamá.
Enterada por una de las mujeres de la limpieza, supe que Sara, la partera, vivía en un barrio de la comuna N°4 Aranjuez. El Barrio Moravia. Entre la pobreza y el conflicto. La mujer era conocida entre las empleadas del orfanato como una de las únicas y peores parteras de la ciudad. Según me dijo, si yo estaba viva, era un milagro. Y estaba de acuerdo en que yo la buscara, y más si era para darle su merecido por casi dejarme morir, ayudando a mi madre a dar a luz.
Lo único que yo ansiaba era información. ¿Quién más iba a saber de mi madre que ella? Estuvo a su lado cuando me trajo al mundo. Me daría indicaciones sobre donde podría encontrarla. Tal vez incluso si encontraba a mi mamá y vivía en las supuestas mismas condiciones que la señora Sara, le pediría ayuda a mi madrina y nos daría un lugar para quedarnos hasta poder juntas por nuestra cuenta.
El recorrido que debía hacer hasta allí, era corto. El orfanato se encontraba instalado en el sector Prado Centro. El centro de Medellín. Moravia a donde debía ir, estaba a solo treinta minutos caminando, al nororiente de la ciudad. Una caminata relativamente corta. O lo sería, si al menos supiera donde era.
En ello si no deseaba ayudar la señora Angélica. Convencida de que perdería su trabajo si las directoras se llegaban a enterar, había contado todo lo anterior con bastante reticencia y solo cuando yo le prometí no revelar absolutamente nada. Tendría que guiarme por mis instintos. Los de una niña de doce años que buscaba desesperada a su madre y que nunca había salido del orfanato sola. Únicamente acompañada de Manuela o mi madrina a citas de control al médico. Pero en ellas íbamos en autos gigantes, siempre agarrada de su mano, y casi nunca me tocaba ventanilla. Iba y volvía al doctor en dos horas, casi sin darme cuenta.
Miré a mi alrededor, amedrentada, tratando de recordar que me haría falta en mi travesía. Una tal vez corta, porque mis planes eran encontrar a Sara, ella me guiaría a mi mama, y al final del día ya estaríamos juntas aquí. Mis ojos se posaron en una imagen pequeña en la mesita de noche. La de una mujer de mirada dulce, sonrisa... como supondría, sería la de una madre. Hermosa y cariñosa. La mujer de la foto algo gastada, vestía de blanco y dorado, un manto cubría su cabeza, y una corona en la cabeza. La Virgen de Fátima.
No podía ir a ninguna parte sin ella. Era mi guía.
Tomándola con delicadeza, le di un beso a la estampilla, metiéndola después en mi bolso, cuidadosamente. Miré por la ventana de hierro. Las nubes blancas como algodón, el cielo azul, las casas y edificios de la ciudad. Las montañas a lo lejos. Incluso se escuchaba el leve ruido del metro de la ciudad. El orfanato quedaba en las cercanías de una de sus estaciones. Incluso ese medio de transporte podría llevarme hasta donde estaba la partera de mamá. Pero no tenía dinero, y no deseaba pedírselo a mi madrina para que empezara con preguntas y mi plan se viese arruinado
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Gabriel Corazón. L1 de la Bilogía: El ángel de mis sueños
RomanceMaría, fue abandonada por su madre en un orfanato, cuando solo era una bebé. Y a sus doce años escapó. Dispuesta a buscarla y pedirle explicaciones. Ahora con veintidós años, conoce todas las drogas que pueden existir y vive entre la inmundicia que...