MARÍA EN MULTIMEDIA. CRÉDITOS A GIA POR LA FOTO
— ¡Ya es hora!—me aparté, ante el grito de la puerta, agachando la mirada—ups. ¿Interrumpo?—suspiré, mirándola.
—No, Manchas. Para nada—aunque hasta a mí me sonó a sarcasmo.
Se mordió la uña.
—No era mi intención. Solo quería... adiós—dio la espalda, tomando la puerta para cerrar.
—Manchas, espera—no se detuvo, dejándonos encerrados de nuevo.
Exhalé de forma ruidosa.
—Si interrumpió—
—No. Lo que pasa es que me gusta estar contigo. Charlar. Y con Manchas aquí...—
—Admítelo. Si interrumpió—me agaché a tomar mis folletos.
—Bueno sí. Lo hizo. Pero tampoco tenía porque marcharse—
Aunque agradecía que lo hubiese hecho.
—Dijo que ya era hora de algo. ¿Por qué no vamos a ver de qué?—lo tomé de la mano, cuando la extendió y lo seguí a la puerta—y con respecto a lo de hace un momento...—volví a mirarlo.
— ¿Qué?—
—Dijiste que ya no importaba—alcé mis hombros, volviendo a agachar el rostro.
—Te había contado que últimamente todo estaba siendo más fácil de llevar. Ahí se incluye esto—me cedió el paso—me resulta más fácil recibir tus...—me quedé meditando.
¿Sus qué? ¿Agasajos? ¿Caricias? ¿Muestras de compasión?
—Mis besos y abrazos—terminó por mí. Afirmé.
—Pero... no es fácil recibir en cambio las palabras bonitas—me tensé solo unos segundos, cuando me pasó el brazo por los hombros—de hecho la primera vez, pensé que se trataba solo de un acto de... ¿compasión?—me recosté en él.
—No era de compasión, María. Si hubiera sido así, ni te habría dado un beso—sonreí débilmente—tienes que empezar a creer que las personas te quieren—me detuve para mirarlo.
—Es que me cuesta, Gabriel. Me cuesta mucho. El cariño que me daban antes, se basaba en que tanta droga conseguía vender. El dinero que lograra recolectar. En mi lealtad. Y la última vez, que alguien quiso hacer lo mismo que tú, fue a la fuerza. En contra de mi voluntad. Y porque quería obtener algo de mí, mucho peor que un abrazo o un beso. ¿Entiendes? Es la primera vez que alguien me lo da así, como lo haces tú—
—Bueno. Pero aunque te cueste, debes saber, y entender, que a pesar de que tú creas poco en esas demostraciones de cariño, ellas seguirán. A ti te cuesta entenderlas. A tus amigos y a mí, no nos cuesta demostrarlas—lo miré a los ojos, como si quisiera descifrar en ellos si decía o no la verdad—y ven aquí. Me supongo que es más fácil asimilar un abrazo—me recosté en su pecho, dejando que me abrazara. Asentí a su pregunta—y no es necesario que lo entiendas. Los sentimientos no necesitan entenderse, solo sentirse—lo abracé yo tambien, fijándome que los papeles no se cayeran.
Nos separamos solo un rato después, para seguir caminando por el centro, a llevar las carpetas a mi cuarto. Mi brazo en su espalda y el suyo en mis hombros.
—Tambien quería contarte algo—alcé mis ojos a el—ya no podré venir tan seguido al centro. Mañana se reinician las clases en la universidad y me han asignado dos grupos. Uno de tercer semestre y otro del último. Tengo que dictar clases en la tarde y la noche—negué.
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Gabriel Corazón. L1 de la Bilogía: El ángel de mis sueños
RomanceMaría, fue abandonada por su madre en un orfanato, cuando solo era una bebé. Y a sus doce años escapó. Dispuesta a buscarla y pedirle explicaciones. Ahora con veintidós años, conoce todas las drogas que pueden existir y vive entre la inmundicia que...