—El paciente en rehabilitación descansa, ya almorcé, tengo tiempo para mi hermano. ¿Qué querías comentar?—se removió la bata médica, dejándola en la silla, mientras Gabriel permanecía en la silla presidencial, mirando las fotografías que guardaría para sí. No dijo nada— ¿O prefieres antes un café para acompañar?—
—Puede ser—Fernando se estiró en la silla, presionando el teléfono, y abriendo la línea.
— ¿Patty?—la mujer le respondió del otro lado, solicita—tráenos a la oficina dos cafés, por favor—miró a su hermano— ¿con leche, o negro?—
—Negro—
— ¿Azúcar?—afirmó, haciendo indicación de un sobrecito—trae uno con leche sin lactosa y un café negro, con un sobre de azúcar solamente. Y gracias Patty—la mujer cortó, para cumplir el pedido, mientras el jefe se repantingaba más en la silla— ¿y bien? ¿Qué le pasó a tu computadora?—
Se quedó inmóvil, contemplando una foto en particular, dentro de la galería. Era una en que salían los tres hermanos. Ferny y el, abrazando a Sami en su décimo cumpleaños, en las finca de sus padres, en Guatapé, Antioquia. Un momento en que ninguno pensaba que años más tarde, sería solo un triste recuerdo. Podía recordar el deseo que le pidió su hermanita al hada de los deseos de cumpleaños, cuando sopló su vela.
FLASHBACK:
—Quiero ser una bailarina profesional, Gabu. Una de esas de ballet, a las que les arrojan ramos de flores. Pero tambien me gustaría ir a la universidad, como lo sueñas tu—él le había dado un abrazo, y luego una despeinada de cabellos con la mano.
—Si me lo cuentas no se cumplirá el sueño. Lo sabes, Sami—ella se había cubierto la boca entonces, y había tratado de encender las velas del pastel de nuevo, para desear que ese momento en que le contó su deseo, se revirtiera.
Y una parte de él se había cumplido, cuando meses más tarde, su madre la había inscrito en clases de ballet, y en el primer recital, tanto su padre como Fernando y el, le habían llevado ramos de rosas y chocolates. Un sueño prematuro cumplido, para una muerte prematura.
FIN DEL FLASHBACK
— ¿Gabriel?—sacudió la cabeza, volviendo en si— ¿estás bien?—afirmó, con una leve sonrisa.
—Solo recordaba. ¿Qué me preguntabas de la computadora?—pasó la foto, después de añadirla a la memoria.
— ¿Qué le pasó? ¿Fallas en el sistema? No, ya sé. De nuevo comiste mientras hacías algo en ella, y tu torpeza con los vasos de refresco la arruinó—se carcajeó.
—Digamos que fue mi confianza en alguien, y una mujer con muchas necesidades—se quedó mudo un momento, mirándolo con fijeza.
—La chica a la que ayudabas—se sentó más derecho en la silla.
—Recordé lo que me dijiste. De las ansiedades por droga—
— ¿El tema de que no se controlan, con tal de satisfacer su deseo de consumir?—afirmó mirando otra fotografía, donde Fernando salía de excursión con los más rehabilitados del centro. La pasó de largo.
—Al parecer la asedió una de esas ansiedades y me robó la computadora y una estatuilla de las que me dio Evangelina al comprar el apartamento. La del pavo real, ¿la recuerdas?—su hermano hizo una mueca, porque su hermano llamara a la mujer que le dio la vida, por su nombre y no por el apelativo de madre.
—Sí, claro. De la que Antonella se enamoró, cuando fue a cenar a tu apartamento—hizo una mueca con la boca—mamá se va a enojar cuando se entere—
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Gabriel Corazón. L1 de la Bilogía: El ángel de mis sueños
RomanceMaría, fue abandonada por su madre en un orfanato, cuando solo era una bebé. Y a sus doce años escapó. Dispuesta a buscarla y pedirle explicaciones. Ahora con veintidós años, conoce todas las drogas que pueden existir y vive entre la inmundicia que...