Capitulo 8: Huidas

2.5K 131 142
                                    

Camina sin rumbo, pero necesita asimilar todo lo que él la ha contado. Es por ello que antes si quiera de que Adrián y Marta pudieran reaccionar se ha ido del atelier. Ahora nota su móvil vibrar, seguro que son ellos. Tendría que estar trabajando, pero simplemente no puede. No sabe cómo hacer frente a todo. Se siente como ese vaso al que siguen echando agua a pesar de ya estar desbordándose...

Rebusca en su bolso y alcanza esa libreta que va siempre con ella, esa en la que suele apuntar ideas para nuevas colecciones o traza posibles bocetos, esa que también oculta algo que siempre lleva con ella: su carta

Llevan unos días de auténtico caos, días que apenas se encontraban en ese colchón que parecían alquilar por turnos. La búsqueda cada vez más desesperada de trabajo de él, sumado al ajetreo por la apertura de un nuevo negocio de ella, a la vez que sus responsabilidades habituales les ha hecho perderse ligeramente. Pero esta noche Aitana ha vuelto antes y se sorprende al encontrar solo a Luis en casa

- ¿Y Laia?- le pregunta mientras se descalza y masajea sus pies del cansancio de los tacones

- Se quedó en casa de mi hermana- responde acercándose a ella- ¿muy cansada?- se preocupa poniéndose de cuclillas frente a ella incorporándose al masaje que ella misma se estaba aplicando

- Ay Luis... así hasta me caso- bromea al sentir los dedos del gallego

- ¿Sólo así?- sigue el juego él con cierta punzada en su corazón

- No cambiaría nada- persiste en su negativa de pasar por el altar

No por nada en especial, sino porque nunca consideró que fuera el momento. Primero porque su prioridad era terminar sus estudios y después, por su empeño en acabar de completar su sueño montando su propio atelier, ella solita, sin influencias ni deber favores.

- Nada Luis- insiste al ver el semblante de su novio, tirando del cuello de su camiseta hacia ella

Provocando que sean sus labios los que choquen, esperando que esos mismos sean los que hablen por ella y le recuerden que un papel firmado no puede cambiar lo que son.

Ese mismo beso que sirve al chico para empezar una despedida que solo él sabe que lo es, esa despedida que se quiere llevar como recuerdo para castigarse o recrearse, aún no lo sabe.

Siente la sonrisa de la catalana ante el ímpetu con el que el gallego la devuelve el beso. Y no se esfuerza en frenar este, sino que lo acentúa tumbándolos a ambos en la cama

- ¿Hoy ha cambiado el menú de cena?- pregunta divertida cuando consigue despegar sus labios mientras siente los de Luis perderse por su cuello

- Solo si no estás demasiado cansada- consigue decir, pese a desear no terminar ese momento al que hace demasiado que no sucumben o al menos, demasiado para lo que son o eran sus hábitos

- No me subestimes Luis Cepeda- ríe ella consiguiendo imponerse situándose a horcajadas

Acercándose cada vez más a su rostro, para provocarle más si cabe dejando un leve mordisco en su labio inferior. Iniciando un sutil juego con él entre sus incisivos, mientras inicia un leve movimiento de caderas. Despertando así los instintos más primarios del gallego, que no tarda en recorrer sus muslos buscando la manera de eliminar las prendas de ropa que los separan.

Y sin duda, puede decirse que ese momento entre ellos es diferente.

Mientras en ella predominan movimientos rápidos, con cierto aire de desesperación por la necesidad de sentirse. Él parece actuar de forma más pausada, queriendo parar el tiempo, queriendo recordar cada instante que está viviendo, saboreando cada beso que deja sobre esa piel que tan rápido le reconoce, fotografiando cada lunar del cuerpo de la joven, porque no tiene prisa.

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora