Capitulo 40: Secretos compartidos

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Ha sido un fin de semana de altibajos, con momentos en los que ha deseado llamar a Aitana para refugiarse en sus brazos, pero también con otros en los que se ha sentido la adulta que
muchas veces no la dejan ser.

Son un par las llamadas, que algo temerosa ha tenido que hacer a Iván, para comprobar que lo que lo que le había indicado Luis que debía hacer si se dieran ciertas situaciones era lo
adecuado. Aunque haya omitido haberlas realizado en las incalculables video-llamadas que ha
realizado su hermana estos días, video-llamadas en las que ha visto a toda la familia... Desde
los cariñosos ojos de Noe, las sabias palabras de Manu, la despreocupación y humor de su
prima, los besos por aire de Martín y el apoyo constante de Luis y Aitana.

Ahora mientras se dedica un rato a sí misma ondeando las puntas de su melena, no puede evitar que se empiece a instalar un nudo en su estómago por el temor de que Samuel vuelva a su rutina. Estos días han sido algo más fáciles para él alejado de todo, en esa burbuja que solo
estaban ellos dos. Pero con la vuelta de Luis y Aitana ya no tienen excusa con la que convencer a sus padres para no estar en casa.

Como tampoco está segura que esa cena familiar que se ha
organizado más bien improvisadamente sea buena idea, a pesar de que Samuel ha coincidido
con todos ellos en multitud de ocasiones.

- ¿Hay que ponerse elegante?- la sorprende Samuel entrando en el baño

- Llevamos todo el finde en casa... me apetecía arreglarme un poco...- se excusa terminando de rizar el último mechón

- A tu lado voy a parecer un adefesio- ríe levemente sentándose en el borde de la bañera para contemplarla mientras se peina

- ¿Quieres que te ponga anti-ojeras?- le pica mirándole a través del espejo

- Pues con lo preocupada que anda tu hermana igual no me vendría mal- admite resignado, pues su rostro no es la mejor de las cartas de presentación.

Son las noches las que se le hacen más largas y en las que siente la tentación más cerca. Además, a Laia la cuesta mantener todos sus estados de alerta activados pues el cansancio hace mella en ella, al contrario que al chico, que el insomnio parece ser su nuevo mejor amigo.

- La gusta tener todo bajo control-la excusa girándose para mirarle- aún no sé como Luis la convenció para irse

- Es guay como son capaces de cuidaros tan bien a pesar de sus rollos- reflexiona en voz
alta Samuel

- No siempre ha sido así- admite Laia- ¿te recuerdo que Luis ha estado años sin vernos?- le recuerda sentándose en sus rodillas- Seguro que tus padres consiguen llegar a ese punto en algún momento- le anima

- Sabes que lo de Luis fue diferente...- rebate- solo de pensar que mañana vuelve otra vez todo...- suspira siendo atrapada al instante su barbilla por los dedos de Laia dispuesta a callarle con un beso

- Solo es mi parte de nuestro trato- ríe ella ante la cara de sorpresa del chico cuando separan sus rostros- y más ahora que se te han acabado los chicles con los que consolarte- recuerda ella

Pues como alternativa a cualquier calada, han encontrado como buen sustituto mascar chicle. Obteniendo como resultado, agotar todas las reservas de ese producto en casa. Pero eso, aunque el chico no lo sepa, está próximo a solucionarse.

Con una puntualidad inglesa, minutos
más tarde llaman al timbre Miriam y Roi

- ¿Aun no han llegado?- se sorprende la gallega- si ya te dije yo... - dice mirando a su marido- menos mal que he traído hecha la cena- señala mostrando una bolsa repleta
de tuppers

Laia acompaña a la cocina a su tía riendo por la personalidad de esta, que nunca dejara de hacerla gracia, mientras Roi aprovecha para acercarse a Samuel y darle varios paquetes de chicles de diferentes sabores

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora