Capitulo 34: Secretos mudos

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Ha colocado su pelo estratégicamente frente al espejo durante varios minutos y revisado su ropa al menos tres veces, a pesar de que sigue vistiendo con unos vaqueros y un jersey sencillo en un tono verdoso. Podría decirse incluso, que hace años que no presta tanta atención a su imagen y en realidad, no debería haber motivos, pues la persona a la que va a ver le ha visto de todas las maneras posibles. Y cuando dice todas, son TODAS.

Comprueba una vez más la respuesta a ese mensaje que le envió él ayer: "Vale, a las 11 tengo una hora libre ¿te da tiempo? Sino, puedes comentármelo por la tarde de la que recoges a Martín" seguido, comprueba la hora para confirmar que, efectivamente ha calculado el tiempo perfectamente. Revisa que lleva todo lo que necesita y sale del ático dirección al atelier.

- Hombre Luis... ¿cómo tú por aquí? Hoy no está Martín...- le saluda Marta divertida

- Vengo a ver a Aitana, me dijo que tenía una hora libre- la explica algo vergonzoso

- Pues ya no la tiene libre- responde convencida

- ¿No?- se extraña- vaya, no me dijo nada...- dice suavemente

- No- le da la razón- ahora es toda tuya- le guiña un ojo- debe estar en su despacho pero no está reunida- le indica aún riendo acariciando su brazo a modo de disculpa- ¿lo conoces bien no?- le pica

- Sí sí, sé donde está Martita...- responde con algo más de confianza

Camina aún riendo para sus adentros por las picardías de esa chica, cuando tropieza o tropiezan con él de manera inconsciente

- Perdón- se excusa inmediatamente agachándose a ayudar a recoger la cantidad de fotos que se han desperdigado por el suelo

- Joder... lo que me faltaba...- susurra ese chico de ojos verdes que Luis no tarda en reconocer

- Perdona, ya está todo- termina acabando de recoger, al ver que el chico no tiene demasiado buen día- están bien- aclara

- Ojalá todo estuviera bien- dice entre dientes- ¿ya recuperaste todo no?- le pregunta cogiendo las fotos de su mano y siguiendo su camino hacia delante, dejando al gallego plantado en el sitió sin llegar a entender muy bien lo que sucede

Aun sigue intentando procesar esa situación tan extraña con Adrián, cuando es la voz de Aitana la que le despierta de ese leve letargo

- ¿Ya has llegado?- pregunta sorprendida- iba a buscar un par de cafés- le señala

- Mejor coge el abrigo- responde antes de saludarla con un beso en la mejilla que a ambos les resulta extraño

- ¿Hace... hace frío?- pregunta confusa

- Solo tienes una hora, así que creo que el café es mejor para llevar, te quiero enseñar algo- la explica con una sonrisa

- Miedo me das, Luis Cepeda...- dice entre risas retrocediendo en sus pasos

- Es que necesito tu ayuda- la responde algo más alto haciendo que un par de trabajadoras desvíen su vista hacia él, sintiendo como la vergüenza se apodera de su cuerpo en ese mismo instante

Poco tarda en volver la catalana colocándose esa cazadora de pana a la vez que sostiene su bolso como puede. Es él, el que se adelanta a sostenerlo mientras ella termina su labor

- Parece que has causado furor en el atelier- le susurra entre risas dirigiendo la vista a las costureras que miran con poco disimulo hacia ellos- pero no te flipes- le advierte- aquí poco hombre entra y los que entran, suelen compartir el gusto de Ago- bromea evitando mencionar a la excepción que supone Adrián

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora