Capitulo 11: Confusión

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Corre hacia la puerta maldiciendo a quien sea que llame, ya que acaba de dormir a Martín y aunque suele dormir del tirón una vez se desvela, puede convertirse en su peor pesadilla. Aunque siendo sincera consigo misma, ese niño puede ser de todo menos una pesadilla para ella. Con ese pensamiento abre la puerta para encontrarse a Ana

- ¿Ya has cenado?- pregunta poniendo su mejor cara

Y esto no es para nada habitual y lo sabe y solo puede venirla un único pensamiento para que la canaria se haya escaqueado a esas horas del restaurante

- ¿Ya lo sabes no?- pregunta haciéndose a un lado para dejar pasar a su amiga

- Sí y si yo me quedé... no sé aun con qué sensación en el cuerpo, no me quiero imaginar tú- responde

- Pues así la más tangible... sin apetito Anita...- suspira

- Eso me dice que no has cenado y yo traigo aquí guarrerías varias para resucitar a cualquiera- la intenta convencer sacando multitud de comida sobre la mesa

- Para resucitar hasta monstruos del pasado ¿no?- señala

- ¿Los nenes?- pregunta para asegurarse que pueden hablar tranquilas

- Martín está dormido y Laia aún estará despierta, pero se encerró en su habitación nada más cenar, supongo que necesita pensar consigo misma- explica

- ¿Cómo de grande es ese monstruo y qué ha despertado?- pregunta directa mientras se lleva una patata frita a la boca

- Es complicado... nada más hablar con él me sentí muy culpable por todo- empieza a contar moviendo de manera insistente sus piernas- luego... no sé, cierta nostalgia pero no me puedo quitar de encima este rencor...- dice con algo de rabia- está tarde vino Adri y conseguí olvidarme de todo... por primera vez en el día puedo decir que me sentí bien- expone

Pero no hay paz en su mirada ni en el tono de voz con el que lo explica. Ana puede sentir la pena ahogada en la garganta de Aitana

- Luego se ha ido porque... porque no sé- cuenta dudosa- tampoco puedo meterle en la vida de Laia y Martín 24 horas al día por muy bien que me venga a mi tenerlo cerca...- se excusa- y entonces recordé que tengo que explicarle a mi bebé que va a conocer a su padre y no sé cómo hacerlo...- explica cada vez con más dificultad- y tampoco sé si voy a ser capaz de verlos juntos... - se sincera con un hilo de voz

- Amor...- reacciona llevándola a su pecho- si no te ves preparada no hace falta que los veas juntos, puede estar con ellos Laia o Miriam o cualquiera de nosotros...- le hace ver

- Debería ser yo la que esté con mi hijo en una situación tan... yo que sé... esto no es normal...- se queja como si fuera una niña pequeña

- No lo es no... pero es lo que nos toca- la da la razón acariciando su pelo- y has pasado por momentos igual de difíciles... ¿te acuerdas de cómo dijiste a Laia que estabas embarazada? Eso tampoco fue fácil- la recuerda haciendo que se le forme una sonrisa inconsciente

Sentía que la temblaba todo... pero estaba ya de tres meses y al día siguiente la iban a decir el sexo del bebé. En cualquier momento se la iba a hacer inevitable ocultar su estado y cómo le habían repetido Miriam y Ana, Laia merecía saberlo, merecía conocer la noticia de una manera especial y no por simple intuición. Además, de que ella misma tenía que empezar a disfrutar de ese embarazo.

Entra con especial cuidado al dormitorio de la niña provocando que Laia se acurruque más en su cama acercándose hacia la pared.

- ¿Estás despierta petita?- pregunta más para llamar su atención que por saciar su curiosidad- Tengo una cosa muy importante que contarte- señala acercándose a la cama

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora