El transcurso de la noche ha sido extraño, pero también bastante agradable. Una ligera carcajada inundó la estancia gracias a la propuesta de empezar a conocerse de Aitana y fue muy fácil apartar esas voces que tanto le persiguen, entre bromas. Fingiendo ser dos completos desconocidos. Dos desconocidos que se sorprenden de poder adivinar sus fechas de nacimiento, del pánico repentino que causa en la chica el número trece y en cambio, la predilección por el siete. Se sorprenden de los dispares de sus gustos; mientras ella prefiere el color amarillo, él el azul y mientras ella defiende la cebolla en la tortilla, a él le resulta un sacrilegio. Podría decirse que son el ying y el yang, pero tardan poco en descubrir de nuevo que a ambos les encanta la música, disfrutan de una buena comida, les relaja dibujar y adoran los niños, quizás porque ambos tienen algo aún de Peter Pan.
Cuando quieren darse cuenta, es la alarma de Aitana las que les perturba recordándoles que hay responsabilidades que no deben olvidar. Y mientras ella apura los minutos para asegurarse que no la van a necesitar en esa habitación de hospital, él la recuerda que al más mínimo contratiempo la llamará.
Resulta extraño de nuevo el momento de la despedida y es que son dos desconocidos que se han conocido mucho esta noche. Dos desconocidos a los que les brilla la mirada al cruzarse y a los que les tiembla el cuerpo cuando sienten el roce del de enfrente. Y una vez más, una mirada parece ser suficiente, una mirada que suplica una tregua, un alto al fuego, un descanso en esa obra de teatro.
Vuelven a ser refugio, vuelven a ser el timón que consigue salvar al barco del naufragio porque vuelven a mirarse cara a cara. No la cuesta acomodarse de nuevo en su pecho rodeando su cintura con sus brazos, mientras siente el peso de la cabeza de Luis sobre la suya. No les hace falta cerrar los ojos para adentrarse en la melodía del bombeo del corazón o en el aroma de su champú. Pero aun así lo hacen, porque quieren guardar ese momento, porque llevan cinco años esperándolo, porque quizás es lo suficientemente intenso como para que en una lista de última hora de pros y contras decante la balanza. Y se recrean en ese abrazo, porque ambos lo anhelaban y necesitaban. Se recrean durante tanto tiempo, que visto desde fuera podría resultar extraño, tan largo como el de una despedida a la que no quieres poner el punto y final, tan intenso como el de un reencuentro en el que te quedarías a vivir.
No hay palabras, pero quizás cuando los gestos hablan no son necesarias. Pues poco más que la mirada de Luis mientras sujeta su rostro con sus manos antes de dejar un beso en su frente, es suficiente para que Aitana marche confiada. Confiada en que va a ser la primera en enterarse de lo que allí acontezca y confiada en que hay mucho más de lo que el gallego admite del Luis del que se enamoró en ese ya hombre.
Aun le cuesta borrar esa sonrisa inconsciente al rememorar ese beso que le dio, esa proposición de conocerse de nuevo o simplemente al recordar el eco que forma su risa. Esa risa que la rejuvenece aún más, porque aun mantiene sus facciones bastantes aniñadas. Esa risa que cuando es para picarle recuerda a la de la mala de una película Disney y no por ello deja de parecerle la mejor de las princesas. Pero no una de las princesas prototípicas, sino de las que demuestran que pueden salvarse solas, de hecho, se ha sabido salvar mejor que él a sí mismo. Incluso le ha salvado a él mismo en alguna ocasión y quién sabe si nuevamente no ocupará de nuevo el papel de gladiadora.
- Buenos días, al menos hoy sonríes- le devuelve al presente Blanca
- He seguido algún que otro consejo de una amiga- responde haciéndola ver que ha hablado con Aitana
- Me alegro saber que no fui la única que hizo caso a los consejos de un amigo- bromea- pero te odio porque no me puedo entretener- se queja entre risas
- Osea que cambiaste el tipo de ejercicios ehh- ríe ante el descaro de la chica
- Una tiene que saber usar sus recursos- se defiende
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Saudade
Fiksi PenggemarSegunda parte de "Ohana" Ya han pasado 13 años desde que la vida volvió a dar un vuelco, desde que Laia abandonó ese lugar en el que nunca escogió estar, pero del que no se arrepiente haber vivido. ¿Cómo será su vida ahora? ¿En qué tipo de adolescen...