Capitulo 28: Tres deseos

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Están siendo unos días peculiares, pero ninguno se atrevió a contradecir una de las peticiones de Martín, una que posiblemente ambos también deseaban, pero que no se atrevían a decir. Hay muchas razones ocultas al por qué no mostrar una verdad, un deseo o un atrevimiento. Pero la razón por excelencia, Martín, les dio la oportunidad de oro para hacerse los tontos, para hacerse los tontos ellos y los demás adultos que parecer aguardar expectantes a qué es lo que va a pasar.

Aitana llega al hospital algo apurada, pero impecable. No cuesta identificar que es ella la que llega, pues pocas personas corretean por esos pasillos en tacones. Aunque Luis ya se está acostumbrando a verla algo más arreglada que cuando estaban juntos, su media melena algo ondulada y sus labios vestidos de rojo, le hacen tener que coger aire cuando despega la vista de Martín para saludarla

- ¿Es muy larga esa lista?- pregunta disculpándose con la mirada, mordiendo su labio inferior cuando se asoma por la puerta

- Solo tres cosas, has llegado muy rápido mamá- se queja el pequeño ante la risa que el gallego no puede contener

- Usted perdone señorito, si le viene mal me voy...- bromea haciendo amago de irse

- No- responde algo asustado por si su madre lo dice en serio- ¡papi papi! no la dejes que se vaya- pide ayuda a su padre, al cual le tiembla ligeramente el pulso al atrapar los dedos de Aitana torpemente

- A ver qué es eso que has pedido...- pide algo vergonzosa al acariciar de forma discreta la mano que la ha frenado

- Pos...yo quería un montón de chuches- expone algo indignado el pequeño mientras su madre se sienta al borde de la cama- pero papá me ha dicho que no se puede poque sino me tengo que quedar aquí...

- Y papá tiene razón- le apoya lanzando una mirada cómplice a Luis justo después de dejar un beso en la mejilla del niño como saludo

- Entonces lo he cambiado por tocar una canción con el ukelele antes de dormir- la explica

- Me parece bien- acepta haciéndose la interesante- ¿y qué más?

- Dormir con la tati, que casi no la he visto- pide exagerando los pucheros

- Creo que no te costara convencerla- cede- pero sin mañas- le pide- ¿y la última petición?- se interesa

- Bueno esa la estábamos negociando aún- la interrumpe Luis algo nervioso

- Que papá venga a casa- pide el niño

- Cielo, papá ya viene a casa- ríe Aitana por lo absurda de la petición

- No, pero que venga como cuando tú te fuiste a trabajar pero tú tamben en casa, los dos en casa- razona aludiendo a los días que Luis se instaló en su casa porque la catalana tenía un viaje de negocios con Adrián

Ambos adultos intercalan sus miradas sopesando los pros y contras de esa petición y es finalmente Aitana ante los ojos de miedo de Luis la que decide mediar.

- ¿Qué te parece si hasta que te pongas bien del todo y puedas ir al cole, papá viene unos días a casa y así nos ayuda?- propone- si a él le parece bien claro- dice ahora buscando la aprobación del gallego

- No hay nada que me apetezca más

Cumpliendo ese primer deseo del pequeño les sorprende Aitana que se mantiene en silencio el marco de la puerta observándoles. Han sido varios los intentos de Martín por tocar algún acorde por si solo, pero es ahora que el reloj ya marca su hora habitual de descanso cuando insiste en tocar una de las canciones de su padre

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora