Capitulo 20: Acompañada y sola

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Ha sido un fin de semana peculiar. No es el primero que pasa separada de Martín y Laia y tampoco es el primero que pasa con Adrián. Aunque no puede decirse que este viaje fuera exclusivamente de trabajo, si lo ha sido semi-profesional, pues si bien hay asuntos de trabajo que han tenido tiempo de solventar, también han tenido momentos de disfrute y mayor intimidad. Pero algo que no había acompañado hasta este momento a Aitana en estos viajes, es la culpa y no sabe por qué, pero había momentos que se sentía culpable por haber decidido hacerlo.

No encuentra justificación lógica a ese sentimiento, pues en las incalculables videollamadas que ha hecho con Luis, el niño estaba bien, como siempre, algo mañoso y reclamando su atención como cada vez que se ausenta. Pero el gallego parecía desenvolverse bien y cada una de esas llamadas ha acabado con las risas del niño como protagonista. Y es la presencia de Luis la que sea quizás la culpable de ese sentimiento. Ya que aunque carezca de sentido, siente traicionar a Adrián y por ello, todas y cada una de esas llamadas las ha realizado mientras este se duchaba, dormía o se ausentaba por cualquier motivo. Pues la incomodaba demasiado la idea de enfrentarse a una situación en la que ambos chicos estén presentes de alguna manera.

Pero eso ha acabado ya. Puede respirar tranquila, porque sus remordimientos se marchan al pisar tierra firme. Lo que no se marcha, es su sentido de la responsabilidad, que la empuja a revisar su teléfono en cuanto puede volver a activar los datos de este. Sorprendiéndose de la cantidad de notificaciones que llegan, muchas son de trabajo, pero empieza a alarmarse cuando empieza a ver en pantalla de forma intermitente el nombre de Luis, Miriam y el del propio colegio de Martín. Antes si quiera que la de tiempo a decidirse por qué notificación abrir primero, una llamada entrante la vuelve a alarmar

- ¿Sí?- pregunta notablemente alterada

- Tranquila Aitana- intenta apaciguarla la chica al otro lado de la línea- no sé si habrás hablado ya con...- empieza a explicar

- ¿Qué ha pasado?- interrumpe a la maestra de su hijo

- A Martín le dolía mucho la tripa y su forma de quejarse... no sé, nos ha dado miedo- la explica- te hemos llamado a ti primero, pero como no lo cogías llamé también al padre del niño, vino hace ya un rato y Miriam también se fue con él- la expone

- Vale muchas gracias, voy a hablar con ellos entonces- dice como despedida justo antes de colgar

No sabe si la chica si quiera llega a despedirse, quizás incluso ha sonado borde, pero Martín pocas veces ha estado enfermo o no al menos al nivel de tales urgencias, pues los últimos mensajes de Luis y Miriam la informan que están en el hospital. No acierta a llamarles, ya que su cuerpo tiembla ligeramente, así que toma la iniciativa de avanzar sus pasos dispuesta a coger el primer coche que vea para que la lleve hacia ese lugar. Es tal su ceguera por los nervios, que ni siquiera se percata que deja atrás a Adrian que corre cargado con las maletas de ambos para alcanzarla

- Aiti, Aiti joder ¿a dónde vas?- pregunta algo ahogado al llegar a su lado

- Perdón- se disculpa llevando su mano a la frente al darse cuenta- voy al hospital, está Martín- acierta a decir con la voz algo débil, posiblemente del miedo que se ha instalado en su cuerpo

- No te voy a dejar sola, vamos- comprende él al instante

Pierde la noción del tiempo y del espacio y simplemente se deja llevar. No sabe si llega a ese hospital arrastrada por Adrián o si de lo contrario ha sido ella la que les ha guiado hasta allí. Se siente completamente ajena a su cuerpo, su mente se ha retrotraído casi cinco años. Y como una película que avanza a gran velocidad, pasan por su cabeza aquella noche que se hizo el predictor, las nauseas matutinas, cuando le contó a Laia que iba tener un ratoncillo al que cuidar, la ecografía cuando las dijeron que era un niño, la primera patada, la primera vez que sintió que el pequeño tenía hipo, las primeras noches en vela porque Martín se clavaba en sus costillas o las primeras contracciones... Todo pasa a gran velocidad por su mente, pero todo desaparece de nuevo, cuando ve a Luis con sus codos apoyado en sus rodillas sentado en esas incómodas sillas de las salas de espera y a Miriam luchando contra sí misma para no morderse los pellejos de sus dedos

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora