Capitulo 32: Ohana

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 A pesar de que Luis y ella son los primeros en abandonar la velada, precisamente por la falta de descanso de la catalana. Tras la conversación con el gallego, lo último que pretende es ceder a Morfeo y dormir. Las agujas del reloj se pasean sin parar, mientras se pierde entre diferentes webs. Indagando sobre todo lo que se la ocurre acerca de la depresión: síntomas, causas e incluso posibles tratamientos. Necesita dejar de sentirse culpable del estado de Luis, a la vez que quiere ser útil en su recuperación. Quizás, esto mismo es lo que debería haber hecho hace cinco años, pero entonces estaba muy ciega o simplemente se negaba a querer ver una realidad que no habían buscado.

Su cabeza funciona a mil por hora intentando encajar las diferentes piezas: pasa por su cabeza la desmotivación laboral de Luis ¿fue causa o efecto?, ¿lo es ahora enterarse de la existencia de Martín?, ¿ha sido o es ella en alguno de sus momentos vitales esa causa?. La culpabilidad disminuye cuando empieza a leer artículos sobre alteraciones en los neurotransmisores, la serotonina, noradrenalina, dopamina... incluso se sorprende al leer vinculaciones con la genética, como tampoco puede evitar asustarse al descubrir que algunos casos de depresión se relacionan con otras enfermedades como Parkinson o tuberculosis. Es en ese momento, en el que se obliga a parar, dejar de buscar porqués. Pero eso no implica que se resigne a descansar, la parece mucho más útil interesarse por cómo se debe actuar si tu pareja tiene depresión. Sí, tú pareja, porque especificar a una maquina toda su situación personal le parece demasiado rebuscado.

En ese momento se da cuenta, que ha estado cayendo estos días en los primeros errores. Inconscientemente le ha presionado, le ha reprochado errores, ha aumentado su tensión emocional e incluso se ha culpado por su sufrimiento... Y todas esas cosas salen en la lista de cosas que "no hacer", lista de cosas que posiblemente podría ser más amplia. Pero son sus párpados los que deciden darle una tregua, cuando sus dedos aún sostienen su teléfono.

Tregua que la resulta muy breve, pues en lo que a ella le parecen minutos, aunque posiblemente fueron horas, siente como su colchón se mueve como si estuviera sucediendo el mayor de los terremotos. Que no es otro que el pequeño Martín intentando despertarla dispuesto a empezar un día lleno de emociones.

- ¡Ya no está la Luna mamá!- exclama saltando para hacerla saber que ya no es de noche- ¿Van a venir Samuel y la pima al circo? Yo pensaba que era un monusturo pero no lo es, poque la tati dice que es bueno y a veces me llevan al parque- explica a gran velocidad sin parar en su entretenimiento

Y puede que sea por la velocidad a la que habla el niño, por el movimiento del colchón o porque hay información que no acaba de entender... Por lo que Aitana, pese a no comprender el mensaje al completo, no puede evitar abrir sus ojos de golpe.

- Vaya energía...- logra decir estirando sus brazos, siendo inconscientemente una señal que Martín interpreta como gesto para lanzarse hacia ella

- Como papá no vino, la pima me cantó la canción de buenas noches- la cuenta agarrándose a su cuello

- Vaya bien- responde inspirando el aroma del niño

- ¿Pero hoy papá si viene no?- se asegura

- Hoy si viene sí- le tranquiliza- ayer teníamos una cena con todos los titos, ¿o querías castigar a papá sin cena?- excusa ese cambio de planes del gallego ante su hijo

- No- niega precipitadamente- papá es bueno

- Es muy bueno sí- le da la razón acomodándole en su cuerpo para bajar con él en brazos- ¿y qué es eso que me decías de Samuel?- pregunta recordando las primeras palabras de Martín sobre su colchón, haciendo que el pequeño reaccione llevándose las manos a la boca- ¿Qué pasó te comió la lengua el gato de repente?- le pica haciendo leves cosquillas en su cuello

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora