Capitulo 52: Acepto el trato

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Se ha acostumbrado demasiado rápido a convivir con un diminuto caballero que le manda, le corrige, incluso le torea como quiere porque sabe que con un abrazo le gana. Pero esta vez no tiene ni idea de por dónde va a salir el pequeño, lo único que tiene claro, es que su sufrimiento
es lo único que no merece la pena. Por eso, agradece como a pesar de todo, es la mano de Aitana la que se entrelaza a la suya antes de entrar a esa habitación para tener esa conversación que han pospuesto lo máximo posible. Pues ya solo quedan tres días para su marcha.

Una sonrisa nostálgica se dibuja en sus labios al ver como ese pequeño parece un leoncito reinando en la sabana mientras simula algunos de sus juegos, consiguiendo que sea Laia la que cumola con sus órdenes. Y no quiere, no quiere interrumpir esa perfecta armonía para imponer un
pequeño caos. Y una vez más, es ella la valiente y es ella la que activa las alarmas

- Venga, sentaros bien que hoy íbamos a hablar una cosa...- les recuerda con dulzura

- ¿Vamos a hacer una asamblea como en el cole?- pregunta curioso Martín mientras posa el culo en el colchón en el que hasta hace unos segundos estaba de pie

- Más o menos... - responde con una media sonrisa

- Bueno y...- les presiona Laia ante el silencio que parece imponerse en la habitación cuando ya todos parecen haberse acomodado

- Os... os tengo que contar una cosa- empieza su discurso en un suspiro evitándoles la mirada- Vosotros sabéis que yo en Ghana ayudaba a que los niños tuvieran mejores casas, coles...- enumera buscando su confirmación, obteniendo una sonrisa del más
pequeño y una mirada de confusión de la joven- pues bien, la última cosa que hice fue el diseño de un hospital y... pues ya lo están acabando

- ¿Y se van a poder curar todos los niños?- le interrumpe emocionado Martín

- Eso espero...- le responde con una sonrisa nostálgica y es que, puede poner cara a muchos niños que se van a beneficiar de ese hospital, incluso algún nuevo miembro seguro que ha llegado, pues recuerda como varias mujeres estaban embarazadas cuando se fue- pero hay una cosa que hice un poco mal y... tengo que ir a hacerla bien

- ¿Te equivocaste?- vuelve a preguntar el niño ahora con preocupación

- Sí, pero sé cómo arreglarlo para que tengan agua buena en el hospital y por eso, tengo que volver

- ¡No!- se niega interrumpiéndolo Laia

- Laia, son solo unos meses hasta que eso se arregle- intenta explicarla

- ¿Y así siempre? ¿Somos tus vacaciones?- le rebate con rabia acumulando lágrimas en sus ojos

- Laia...- intenta contener su enfado Aitana

- Y tu... y tu le dejas....- la reprende ahora a ella- le permites que nos lo vuelva a hacer...- reprocha justo antes de salir de la habitación posiblemente en una lucha en balde por intentar que los adultos no vean que está llorando

Y duele... duele incluso más que el recuerdo del llanto ahogado de Aitana en su pecho en la terraza cuando le suplicaba que se quedara. Y duele, porque sabe que las heridas del pasado puede que no estén tan cicatrizadas... Y correría tras los pasos de la adolescente, pero es la mano de la catalana la que se posa en su pierna para frenarle y recordarle que hay un par de pequeños ojos confusos aguardando una explicación

- ¿No vamos todos a ver el hospital?- pregunta con inocencia pero con la voz más temblorosa que minutos antes

- No podemos cariño...- le intenta hacer ver la catalana cambiando su ubicación sentándose a su lado para arroparle bajo su brazo- Se va papá solo

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora