Capitulo 37: "Atrapa tus monstruos"

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Acaba de empapelar la que será la habitación de Martín o eso al menos pretende, pero tal y como están las cosas no sabe si llegará a tener ese título algún día...

Coloca en lo alto de la escalera para que le sirva de guía, el teléfono con el boceto del diseño del dibujo del principito que quiere trazar en una de las paredes y saca un lapicero dispuesto a plasmarlo. Aunque su convencimiento flaquea, ya que las figuras humanas no son su fuerte. En esa tarea pensaba contar con la ayuda de Aitana. Es justo cuando el carboncillo va a rozar esa pared aun blanca, cuando suena el sonido del timbre. Hace amago de abrir, pero le parece absurdo siendo imposible que alguien venga a verlo, pues aún poca gente sabe que se va a mudar a ese piso y ni mucho menos saben que está ahí. Pero ante la insistencia de un segundo timbrazo empieza a temer que sea su hermana para recordarle cualquier tontería y lo último que quiere es unir un encontronazo más a la lista.

- ¡Ya voy!- exclama de camino hacia la puerta

Su sorpresa llega cuando al abrir esta, no encuentra la melena rizada de su hermana, sino el flequillo perfectamente peinado de Aitana

- ¿Qué haces tú aquí?- pregunta verdaderamente extrañado a pesar de que su estómago ha dado una voltereta al verla

- Te iba a ayudar a decorar esa habitación para Martín ¿no?- esboza la mueca más tierna que cree poseer en su repertorio, sacando un par de pinceles del bolsillo trasero de su pantalón

- Creí que ahora cada uno tomaba decisiones por su cuenta sin consultar al otro, aunque afecten a Martín, así que no es necesario- se mantiene firme

- Ya te lo explique... - se queja haciendo una ligera flexión de rodillas- te tengo en cuenta y lo sabes...- intenta convencerlo- ¡Si esté finde te lo llevas contigo a Galicia!- le recuerda

- ¿Tú no deberías estar trabajando?- cambia de tema incapaz de seguir discutiendo con ella, porque aunque se hayan equivocado, lo que no cambia es que es su debilidad

- Pero me he tomado un descanso- responde forzando una sonrisa en la que es capaz de enseñar toda su dentadura

- Anda pasa...- cede olvidando el desencuentro del día anterior

Está bastante orgulloso de sí mismo, pues prácticamente podría decirse que en la sesión de composición de hoy han estructurado medio tema. Y esa sensación de autorrealización hacía mucho que no la experimentaba, quizás demasiado. Quizás por ese sentimiento, necesita compartirlo, vivirlo con alguien. Y actualmente nadie en el mundo le parece mejor compañía que ese pequeño bicho que tanto se parece a él, pero que conserva también las mejores cualidades de Aitana.

La sorpresa llega, cuando al timbrar en aquella casa no obtiene respuesta. Comprueba la hora por si coincide con el horario de la escuela de idiomas de Laia o si acaso puede que hayan aprovechado para ir al parque. Pero es algo tarde para los horarios que suele imponer Aitana. Justo cuando está a punto de marcar el teléfono de la catalana, el coche aparca a su lado. Pronto empieza a sentir los golpecillos en el cristal de Martín que le alerta de su presencia, siendo imposible de retener una sonrisa antes de aproximar sus pasos hacia la parte trasera del coche

- Cuanta energía tienes...- ríe abriendo la puerta y empezando a desabrochar la silla del pequeño mientras deja varios besos en su rostro

- Bueno ha tenido que estar un rato quietecito y ahora tiene que descargar- le excusa Aitana bajando del coche- ¿Cómo tu por aquí?- se extraña, pues esa tarde en su planning improvisado de tardes alternas, no le toca a él al pequeño

- Bueno, salí del estudio y me apetecía verle- responde terminando de ayudar a bajar a Martín del coche que corre hacia la puerta de casa

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