Capitulo 19: Ser valientes

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Juega con el hilo del roto de su pantalón al sentir como los nervios crecen en su estómago. Digamos que su vuelta de Galicia no ha sido fácil, la situación lejos de mejorar les ha aplastado en un silencio. El de ella, por el miedo a explicarle qué pasó, el de él, por no sentir la confianza de Laia. Y aunque Aitana se lo ha hecho mucho más sencillo de lo que imaginaba, no puede evitar sentirse ahora algo incómoda por esa incertidumbre ante la falta de respuestas sobre a dónde están yendo.

- ¿A ti también te trajo algo de Tifanny?- pregunta para rellenar el silencio

- ¿Mi madre?- pregunta algo despreocupada mientras conduce

- Sí, no me suena ese anillo de trébol- señala la joya que luce hoy su hermana o que al menos ha sido hoy cuando se ha dado cuenta de que la catalana la portaba

- Ah- se da cuenta- es un regalo de Adrián, lo compró en su viaje a Sevilla, como últimamente hay muchas novedades en el atelier dice que me dará suerte- explica

- Es bonito- responde con poco interés

- Bueno ya sabes que no soy mucho de joyas pero... se que le hará ilusión verme con él puesto- se medio justifica

- ¿Has quedado con él?- intenta sacar más información sobre cuál será el paradero de esta tarde de ambas

- No- responde con media sonrisa sabiendo que ahora Laia solo pretende saber más- yo quedé con Ana y Marta, hace mucho que no quedamos las tres

- ¿Y a mí dónde me llevas?- vuelve a preguntar, pues no son pocas las veces que lo ha hecho desde que la arrastro fuera de las cuatro paredes de su habitación

- Ya estás- la indica Aitana parando en frente de la puerta del parque "El Capricho"

- Pero...- reacciona algo confusa- ¿has hablado con Samuel?- se da cuenta, pues es a ese parque al que en innumerables ocasiones le ha llevado el chico. Ya que fue uno de los primeros sitios a los que le llevaron sus padres cuando le adoptaron y le da una especial paz, paz que quiso compartir con Laia, convirtiéndolo en un sitio de ellos.

- Sí- confiesa- se pasó por el atelier el otro día, quiere entenderte petita- la intenta hacer ver- y ya te dije el otro día que no es raro, ni nada de lo que avergonzarnos- señala recordando la conversación que tuvieron apenas unos días atrás

- Pero es que...- intenta rebatir sin encontrar los argumentos

- Si le tienes que mandar a la mierda, que al menos sea con un motivo- consigue hacerla reír Aitana- anda... que ya tiene que estar, me dijo que sabrías encontrarle- la cuenta

- Sí, creo que sé dónde está- dice antes de dejar un beso en la mejilla de su hermana, un beso que la recarga de energía pero en el que también le da las gracias. Le da las gracias por ser y por estar, por haber conseguido ser el equilibrio perfecto entre madre y hermana, a pesar de lo complicado

Atraviesa la verja que da entrada a ese parque con bastante seguridad, con el firme convencimiento de que así Aitana se irá más tranquila. Pero lo cierto, es que se tiene que parar unos segundos antes de seguir avanzando hacia donde sabe que está Samuel. Sabe que es ella la responsable de ese enfado, pues es ella la que se fue sin decir nada, la que ha ignorado muchas de sus llamadas y mensajes al no saber qué responder. Y a pesar de todo, él ha conseguido citarla en un sitio que es muy especial para ambos, pero sobre todo para él.

Un vaivén de emociones vuelve a invadirla, quiere correr hacia ese chico rubio que la vuelve loca y comérsele a besos, pero también quiere correr a casa y volver a refugiarse entre la seguridad de sus sábanas, creando su burbuja particular en la que no hay problemas. Pero entonces recuerda algunos de los consejos de su hermana "En el amor hay que ser valientes, siempre es mejor arriesgar y no quedarte con un y si... puede que salga mal, que resulte un imbécil o que simplemente no sea para ti, pero al menos no podrás decir que no lo intensaste" – recuerda mientras camina hacia el templete de Baco. "Créeme que el riesgo merece la pena y si te da tanto miedo es por dos cosas: una, porque te parece importante y dos, porque el amor es intensidad, tanto para lo bueno como lo malo"- resuena en su mente mientras ya observa la silueta del chico de espaldas entre esas columnas de estilo jónico.

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