Capitulo 25: Cartas sobre la mesa

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La conversación con Blanca le sirvió como bálsamo en muchos sentidos. Por fin, después de un mes, no solo se había desahogado con alguien con el que no tiene un vínculo familiar, sino que por primera vez en ese mes, no ha mantenido una conversación en la que se sienta corriendo una carrera a contrarreloj, intentando recuperar el tiempo perdido. Ha recordado lo que era reír a carcajadas por algo sin importancia e incluso puede decirse, que le hizo ilusión sorprender a Miki con una llamada que fue en parte un fracaso, pues a los cinco minutos se cortó, pero resultó lo suficientemente larga para ocasionarles más de un ataque de risa posterior. Risa que se cortó, cuando se dieron cuenta que habían pasado más horas de las que primeramente habían pensado. Y mientras él tiene que ir pensando en volver al hospital, ella bromea por la bronca que le va a echar su novio al llegar tarde a su hora de entreno

- Pues con el coulant que te has comido de postre...- bromea él cuando ella recoge sus cosas precipitadamente

- Uf calla...- dice mientras se abrocha el abrigo- que entonces me pone el doble de sentadillas y abdominales- ríe

- Proponle quemarlo con deporte nocturno- se atreve a decir guiñándola un ojo

- Deporte nocturno tienes que hacer tú con la lengua y hablar ya con Aitana- le aconseja- te conozco muy poco, pero las miradas no mienten- dice sincera

- ¿Te recuerdo que tiene novio?- se mantiene firme

- También cuando os conocisteis ¿no?- le recuerda con suficiencia, ya que puede presumir de buena memoria y la historia que le ha contado ese chico hoy, la ha impactado suficiente como para haber escuchado muy atentamente

- Anda tira que ¿Yon era?- la pregunta para asegurarse, obteniendo un gesto afirmativo por esa chica de la sonrisa perfecta- me va a odiar sin conocerme

- Mañana te veo Luis y espero que me des buenas noticias- le advierte antes de dejar un beso en su mejilla y salir del bar

Piensa mucho en todas las palabras que han salido de los labios de Blanca y aunque hay ciertos detalles que se ha ahorrado y no ha contado a la madrileña, ha quedado lo suficientemente claro que la única solución es que hablen, hablen de verdad y no escupan palabras sin pensar. Aunque solo sea por el bien de Martín, es necesario que aparten los intereses de cada uno y se sinceren. Por eso, con ese pensamiento aun en su cabeza, decide que una cena puede dar pie a la situación propicia. Su sorpresa llega, cuando al entrar a la habitación, no es a la catalana a la que encuentra, sino a su propia hermana desmigando un pescado blanco a Martín

- Hola pequeño saltamontes- le saluda risueña la gallega ante su quietud momentánea- ¿dónde has estado toda la tarde?- le pregunta girando su cara esperando recibir un beso

- Arreglando el mundo- ríe antes de posar sus labios en su mejilla- ¿y tú qué tal bichillo? Ya comiendo normal y todo- se dirige esta vez a su hijo jugando con sus rizos

- El puré no me gustaba mucho, pero me lo he comido todo para que así me dejen ir a casa- explica mirando orgulloso a su tía, ya que es ella la que le ha metido esa idea en la cabeza para que cenara todo

- Seguro que muy pronto- le alienta con una sincera sonrisa- ¿Aitana?- pregunta a su hermana de nuevo

- En la cafetería, está empeñada en pasar la noche aquí- responde algo agobiada

- Bueno, pues nos quedaremos los dos- dice algo aliviado al ver más cerca la situación que no sabía muy bien como provocar

- Luis- le llama su hermana tirando de él mientras Martín sigue concentrado en su cena- Roi me contó lo de ayer... no sé si es buena idea que os quedéis los dos- expone entre susurros

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora