Capítulo 4

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Mientras Noemí y Natalia operaban a la pequeña, Alba se había refugiado en la pequeña capilla del Hospital, allí trataba de rezar porque la pequeña se repusiera sin consecuencias, pero al hacerlo, su mente le lanzaba la visión de Natalia reconociendo a su pequeña Nati, de las manos de Natalia con extrema suavidad reconociendo a quien le hacía realmente feliz, nada tenía que ver con aquellas mismas manos que... se detuvo como si aquel pensamiento pudiera ofender a Dios. Salió de allí con los nervios en la boca del estómago, con una sensación de pánico desmedido, si le ocurría algo a la niña... ella se moriría era lo único que le faltaba, ya no tendría fuerzas para continuar pensó. Justo en ese momento Noemí salió por la puerta, Natalia continuaba dentro. Alba se levantó con rapidez, el miedo grabado en sus ojos y un sabor amargo en su boca.

Noe: Bueno... puede respirar tranquila, la pequeña está fuera de peligro no era tan grave como pensábamos, así que... tranquila, ahora la van a pasar a la UCI, la vamos a tener relajadita y a poder ser dormida, hasta que pasen las primeras horas. ¿Se encuentra bien? (le preguntó al ver que su respiración se alteraba, pero al notar como sus ojos se desviaban hacia la derecha entendió quién le había puesto así) Creo que será mejor que tome algo

Alba: Gracias (murmuró aún con el temor reflejado en sus ojos mientras se alejaba del lugar)

La vio marcharse y se giró esperando encontrarse la figura de Natalia detrás, y así fue, allí estaba observándola con un gesto serio reflejado en su rostro, su frente se mostraba fruncida y sus ojos apenas parpadeaban estaban absorbiendo la figura de Alba que desaparecía por el pasillo. Sólo cuando dejó de verla y agachó la cabeza negando, vio a Noemí que la miraba con cierta pena, le sonrió levemente y se marchó justo por el lado contrario al que lo hizo Alba.

En el cuarto de baño de Pediatría, donde se encontraba en observación la pequeña, se encontraba Alba refrescándose la cara, mantenía los ojos cerrados y los brazos apoyados sobre la pila mientras su cabeza se escondía entre ellos. Al abrir sus cansados párpados, vio unos zuecos detrás suyo, y un pijama verde de quirófano.

No le hizo falta girarse, sabía quién era, se quedó por unos segundos cortos, pero terribles para ella pensando que hacer, respiró tratando de controlar su pánico y se irguió transmitiéndole a través del espejo una mirada fulminante a una Natalia que, por su parte, se notaba estar un tanto incómoda con la situación. Otra vez en un lavabo pensó. No hablaban, el silencio mientras Alba se secaba las manos se hizo sonoro, abrumadoramente sonoro, Natalia esperaba con las manos metidas en los bolsillos de la bata a que terminara para poder hablar con ella, tan solo se conformaba con que la escuchara pedir perdón, que supiera que no había dormido una sola noche tranquila desde aquel maldito día, sólo quería decirle que ella no era así, que estaba arrepentida por su comportamiento y rogarle perdón. Esperaba con aparente calma, aunque tampoco se sorprendió cuando una vez se había terminado de secar las manos, sin darle la cara se fue por su lado, estaba segura que lo haría así, y con rapidez le cogió del brazo, suavemente, pero lo suficiente como para no dejarla marchar. Y también estaba preparada para lo siguiente, lo sabía y esperaba.

Alba: ¡Suéltame!

Natalia: Por favor... déjame hablar contigo (le dijo con toda la calma y dulzura posible mirándola fijamente con sus ojos repletos de súplica)

Alba: Tú y yo no tenemos nada de qué hablar (le dijo sin mirarla)

Natalia: Tú puede que no, quizá yo sí (admitió con voz amable)

Alba: Lo que tú tengas que decirme, no me importa, ¡y no me toques! (le espetó con odio soltándose de un golpe)

Natalia: Por favor (rogó débilmente con una expresión que reflejaba su tensión ante aquella situación incómoda para Alba)

La apuesta (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora