Capítulo 29

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Los ojos de Alba se llenaron de lágrimas, la boca de Natalia comenzó a temblar, había agachado por un momento la mirada... estaba totalmente paralizada. Los invitados volvían a cruzarse miradas nerviosas, Lucía sacó un pañuelo de su bolso por instinto, sin saber muy bien cuál era su fin, pero lo sacó. Rafi se irguió en la silla, mirando a su hija que parecía había palidecido por unos instantes, temía que sus piernas le fallaran, ante el silencio intenso de Natalia. Había muchas clases de silencios, pero aquel sin duda fue el peor que puede suceder, porque lo que viene después es tan predecible que a todos sobrecoge.

Juez: ¿Natalia?

Natalia: Sí (fue un susurró tan inaudible que tuvo que carraspear y volver a contestar)

Juez: ¿Eres consciente que lo contraes en este acto? (la miraba un tanto desconcertado por la actitud de aquella mujer que parecía dubitativa)

Natalia:

Juez: ¿Estás segura? (le preguntó saltándose el protocolo directamente al comprobar su silencio por dos veces)

Natalia: Lo estoy (Isabel con un pequeño codazo le recordó que debía ponerle el anillo a Alba quien no podía evitar sentirse desbordada por la actitud tan insoportable de Natalia)

Juez: Por la potestad que me confiere el cargo que ostento, os declaro legalmente casadas, os podéis besar.

Alba que había sentido el vaivén de su corazón ante la resistencia de Natalia para contestar, no pudo evitar mirarla con sus ojos repletos de lágrimas, y no de emoción, sino, de dolor.

Natalia por su parte, entendía aquella mirada y con una sonrisa ladeada que podía decir un tanto maquiavélica se acercó para darle un beso a Alba quien al ver cómo se acercaba lentamente a ella, no pudo evitar que su piel temblara. Puso sus labios predispuestos para recibir el beso, pero Natalia tan solo le dio un pequeño roce que hizo abrir los ojos completamente perpleja a Alba. Los asistentes comenzaron a aplaudir mientras desfilaban, dejando a las recién casadas para que firmaran con las testigos su acta de matrimonio.

Natalia: Muy bien... pues... ya está ¿no? (la miró desafiante)

Ici: Vamos que deben estar esperando que salgáis

Natalia: Lo siento, pero mi participación ha llegado hasta aquí

Isabel: Nat afuera están todos esperando

Natalia: Yo me tenía que casar, ya lo he hecho... lo demás no es mi problema...

Ici: Alba (le dijo casi con voz suplicante)

Alba: Por mí si queréis celebráis vosotras la boda... nos excusáis y nos vamos

Ici: ¡Un momento!, ¿ya estamos con las tonterías?...

Natalia: Me largo...

Ici: Tú no te vas... (la miró desafiante entonces se giró a Alba y le dijo) Y tú, sales del brazo de Nat hasta el coche, os vais a hacer las fotografías y después acudís al banquete, no nos hemos pegado ni Isabel, ni Cheli ni yo la paliza de prepararos todo para que ahora las señoras porque no sé qué bicho les ha picado se larguen

Isabel: ¿Vais a seguir así mucho tiempo?... ¿no os dais cuenta de todo lo que estáis perdiendo?

Natalia: Vamos... no quiero seguir aguantando más monsergas.

Natalia cogió del brazo a una Alba que no daba crédito a todo lo que estaba ocurriendo, a todo lo que se estaba precipitando de manera vertiginosa, no tuvo tiempo a reaccionar, Natalia la llevaba de la mano en la otra cada una llevaba su ramo, andaban deprisa y casi les pilló a todos de sopetón verlas allí, los pétalos de rosa fueron lanzados a toda prisa porque pasaron como una exhalación hasta el coche, justo detrás andando y mascullando en contra de ambas, Ici e Isabel que no podían dar crédito a lo que veían.

La apuesta (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora