Capítulo 10

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En la cocina, una nerviosa Alba andaba de un lado a otro, aquella lucha, aunque pareciera que la había ganado ella, había afectado a su interior, antes de irse su madre le había recalcado que pensara mucho las cosas, que necesitaba ayuda de alguien, tenía a Isabel y estaba segura que podría contar con Noemí, no necesitaba a nadie más, sobre todo, no necesitaba a la que allí la miraba desde la puerta, no le hizo falta girarse para verla, sintió su mirada y su presencia. La ira marcó su expresión en el rostro, al saberse observada por aquellos ojos que sabía dónde se perdían, en ella, en su cuerpo, en su pecho, aquel pensamiento le produjo más rabia todavía e hizo que el vaso que llevaba en la mano se le cayera y al ir a recogerlo se cortó, su quejido fue amargo y Natalia se precipitó hasta ella velozmente.

Natalia: No te lo toques (le dijo volviendo a su estado natural de médico, había dejado su lado de vampiresa de mujeres para convertirse en médico de apoyo) Joder vaya corte

Alba: No es nada, suelta (trataba de zafarse de ella con lágrimas en los ojos, no sabía porqué estaba llorando, rabia, impotencia, dolor, desespero, necesidad...)

Natalia: Claro que es, ¡dame el brazo coño! (le espetó enfadada cogiéndole más fuerte)

Alba: No necesito que me toques...

Natalia: ¡Quieres dejar de hacer la idiota!

Alba: ¡Vaya, gracias!

Natalia: Oye... yo no tengo la culpa de lo que ha pasado, no lo cargues contra mí, ¡vale! (le habló con rabia sin poder contener la herida que llevaba en su corazón y sangraba de igual modo que lo hacía el dedo de Alba)

Alba: Veo que tienes buenos amigos, lo chivan todo

Natalia: No necesito ningún chivato para saber cómo te sientes (le limpiaba el dedo deteniéndole la pequeña hemorragia que se había producido) Esto te va a doler, pero por lo que veo eres muy fuerte y aguantaras

Alba: Si te aguanto a ti, puedo aguantar lo que sea

Natalia: ¿Te importa parar de herirme? (la miró fijamente con una alta dosis de cabreo)

Alba: Eres...

Natalia: Si ya lo sé, despreciable (le apretó el dedo para limpiar bien la herida bajo el grifo y Alba cerró sus ojos por el dolor producido mientras cerraba su mano sobre su chaqueta) soberbia (le echó un poco de alcohol y Alba gritó) ahora puedes añadirle también vengativa

Alba: ¡Déjame! (las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos de manera continuada)

Natalia: También soy una bestia, una mala bestia eso no hace falta que me lo digas tú, eso me lo digo yo (finalizó con la voz acusadora a sí misma, para tras un suspiro y unos segundos en silencio decirle finalmente) Pero solo te pido la oportunidad de demostrarte que fue un error, que no soy así.

No dijeron nada más mientras Natalia terminaba de arreglar aquel corte que necesito de un par de puntos de sutura, entre el silencio y el llanto de Alba, terminó de curarla.

Entonces levantó sus ojos, y con ternura pasó su mano por la cara de una Alba que no cesaba de llorar, no rechazó la caricia, ni siquiera cuando Natalia con toda la dulzura que poseía, recorrió con su mano lentamente el camino hasta su cuello y la acercó hasta ella, quedando la cabeza de Alba sobre el hombro de una Natalia que, aunque trató de evitarlo, no pudo, y dejó un beso sobre el pelo de aquella mujer a la que sabía, la sucesión de hechos, la habían desbordado.

No fueron más de diez segundos... no fue más que sentir a una el dolor y a otra el arrepentimiento... pero para Natalia fueron los diez segundos más maravillosos de su vida... para Alba los más perturbadores de la suya.

La apuesta (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora