Capítulo 60

2.2K 85 9
                                    


Una vez en su casa, Natalia se había preparado una ensalada, se había sentado en el sofá y había puesto la televisión, nada de lo que hacían era de su agrado, además en la dos, había comenzado un programa especial sobre aquel maravilloso país que era México, lo cambió sintiéndose perseguida. Quitó la televisión y se quedó en silencio, un silencio demasiado pegajoso, parecía que se había adentrado en su piel y le había dado por pincharle provocando en ella de vez en cuando un escalofrío. No quería pensar en nada, solo quería dormir, pero no sintió fuerzas para meterse en la cama donde había compartido aquella pasión con Alba, donde sus ojos parecían habían gritado que con aquel acto por fin se sentía querida de verdad. Negó con la cabeza, se puso su antebrazo sobre la frente mirando al techo, si bien había pensado llamar a su madre, a última hora lo declinó porque ya le había contado como le había ido la mañana en el trabajo y no quería hablar de nada, no tenía ganas. Se dio la vuelta y entonces abrió los ojos, lo que daría porque Ana estuviera allí con ella como tantas otras veces, a su lado apoyándola, sin duda su idea de la Sierra le demostraba que aquella amiga fiel aún seguía empeñada en que la relación con Alba fuera hacia delante, sonrió, Alba, entonces recordó su sonrisa mientras salía de la cocina con los vasos, los cubiertos, el pan, parecía que nada más sacaba los utensilios de uno en uno, para poder hacer más viajes y así, regalarle más sonrisas, ¿a cuál de todas más maravillosa?, exhaló un profundo suspiro. Entonces sonó el timbre de la calle, sonrió, nunca fallaba, su amiga siempre estaba en el momento oportuno.

Ici: Esto... que digo yo... traigo chocolate y churros, ¿puedo?

Natalia: Eso no se pregunta

Le respondió con una sonrisa enorme, por fin, iba a poder tener la ayuda inestimable de su amiga Ici, por fin, estaba allí para sincerarse la una con la otra, por fin podría darle el abrazo que necesitaba porque una gran parte de aquella Natalia que le iba a abrir la puerta, volvía a ser la Natalia de siempre y aquella otra pequeña parte temerosa, miedosa y triste, sabía que podía ir desapareciendo poco a poco, con su ayuda. Al abrirse la puerta de golpe del ascensor la vio salir a toda pastilla diciendo.

Ici: ¡Coño que me quemo los dedines y esta noche mi churri se queda sin fiesta!

Así era Ici, así de maravillosa, y sonrió ampliamente al verla entrar hasta la cocina bufando como un caballo desbocado.

En la cocina prepararon entre risas y bromas por las palabras de Ici dos tazas de chocolate, los churros en un plato, dos servilletas y se fueron directamente al sofá. Una al lado de la otra, sentadas de lado, quedando así cara con cara, amiga con amiga.

Ici: Por fin... podemos tener un ratito para nosotras

Natalia: Sí, lo he echado tanto de menos (le sonrió)

Ici: Pues sí

Natalia: ¿Dónde está Marta?

Ici: Con Alba, imagino que con dos tazas al igual que tú y yo, y un plato de churros

Natalia: Se han hecho muy buenas amigas (dijo con cierta inquietud)

Ici: Demasiado (agregó y entonces la mirada de Natalia algo estupefacta le hizo dar una carcajada mientras se tapaba la boca con la otra mano para que no le cayeran trozos de churro) Es broma, ¡cómo tenemos los celos Nat!

Natalia: Joder Ici no empieces

Ici: Pues si no empiezo no acabo. A ver cariño, cuando Alba volvió todas estábamos de las uñas contra ella, todas menos Noe y Marta quienes han sido sus dos apoyos, porque eran más objetivas que el resto, así que es normal que ahora mientras tú y yo hablamos y Marta me espera, pues ellas hagan lo mismo. ¿No te parece?

La apuesta (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora