Capítulo 69

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En aquella sala, apareció un médico para notificar al familiar la muerte del paciente, y una congoja se apoderó del corazón de Natalia, ¿qué pasaría si a Rafi le pasara?, era preferible no pensarlo, por eso resopló mientras Isabel le daba su mano con afecto diciéndole.

Isabel: ¿Puedo pedirte un favor?

Natalia: Sabes que sí

Isabel: ¿Podré pasar a ver a Rafi?

Natalia: Sí, claro (sonrió de lado)

Isabel: Gracias

No hubo más palabras, durante una hora hasta que les dejaron pasar, guardaron silencio, Natalia pensando únicamente en cómo ayudar a Alba, era su única preocupación, mientras Isabel la acompañaba como sabía que debía hacerlo, en silencio y a su lado. Al salir, decidieron marcharse a casa eran cerca de las nueve.

Natalia: Yo te llevo

Isabel: ¿En la moto?

Natalia: Pues claro

Isabel: Calla, calla (ponía gesto de espanto)

Natalia: Venga va... qué no todo el mundo tiene la suerte de subir conmigo

Isabel: Que lástima que no esté aquí Alba para llamarte pedante (su tono fue bastante irónico)

Natalia: Es verdad (soltó una carcajada y entonces su rostro se volvió triste) Venga vamos

Isabel: Voy a decirte algo, cuando antes te he mencionado que te necesita, te lo digo porque ha sido ella quien me lo ha dicho

Natalia: ¿Ella?

Isabel: No con esas palabras, pero sí, está agobiada y creo que eres la única persona que la calma, y si pudieras dar de lado a la Euge, estaría mucho mejor

Natalia: No quiero enfrentarme a ella delante de Alba, pero quizá sí, quizá deba hacerlo de alguna manera

Isabel: ¡Sí! (hizo un gesto de victoria)

Natalia: Te encanta la camorra (entrecerró sus ojos mirándola divertida)

Isabel: No, pero sé que Nat mi Nat, está volviendo, la había perdido en Jerez en mi salón, pensé que después de aquel amanecer que compartimos hablando de tu supuesto error, nunca más volvería, pero me he equivocado, estás aquí y eso me tranquiliza y ahora, ¿cómo se sube a este cacharro?

Natalia: Pues como llevas falda, iremos como en los tiempos de María Antonieta, a lo amazonas

Isabel: Graciosa (le sacó la lengua burlonamente)

Cruzó la ciudad con los gritos divertidos de Isabel cuando Natalia aceleraba, parecía que estaba en una atracción de feria, se sentía feliz, reía abiertamente mientras a veces, apretaba tanto el vientre de Natalia que pensaba le iba a sacar los higadillos. Al dejarla en casa, Isabel se mostró divertida, y feliz.

Natalia: Oye Isabel ¿qué tal vivís aquí?

Isabel: Pues hija... que quieres que te diga...

Natalia: La verdad

Isabel: Mal, allí te tenía a ti, a mi pequeña... aquí pues...

Natalia: Mañana haces la maleta y vuelves

Isabel: Pero (la miraba atónita)

Natalia: Con todos los problemas la verdad no he tenido cabeza para esto, y lo siento, te juro que yo no era consciente de...

La apuesta (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora