Capítulo 54

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En el cuarto de Nati, su madre estaba entrando para despertarla, era hora de desayunar, pero la vio tan tranquila que pensó en dejarla dormir un poco más, se fue a la cocina a preparar el desayuno, pasó por el cuarto de su madre quien también dormía, y se dispuso a preparar el desayuno cuando sonó el timbre de la puerta, miró el reloj, eran las nueve y media.

Alba: ¿Quién?

Ici: Soy Ici, Alba

Abrió y esperó verla salir del ascensor.

Alba: Hola (le sonrió)

Ici: Buenos días, ¿qué tal?

Alba: Bien iba a desayunar

Ici: Te he traído unas porras para tu madre y mi princesa, ¿se ha despertado ya?

Alba: No, está rendida

Ici: Normal, ¡tú no sabes lo que disfrutó!

Alba: Imagino me lo estuvo contando y al final se durmió agotada (dijo sonriente)

Ici: Alba... yo... quería preguntarte si sabes algo de Nat

Alba: ¿De Nat?, desde ayer no, ¿por qué?

Ici: Vengo de su casa, iba a desayunar con ella, pero no está

Alba: Ni idea (dijo frunciendo su frente)

Ici: Y lo peor es que la moto tampoco y no está para conducir aún

Alba: Pues no sé... (trató de no demostrar preocupación)

Ici: Dale un poco de tiempo

Alba: Se lo he dado, pero cuanto más tiempo pasa menos ganas tengo de hablar con ella, la verdad, anoche me dolió su comportamiento

Ici: Ya, me dolió hasta a mí

Alba: Entiendo que no quiera hablarme, pero al menos que me deje hablar a mí, ¿no?

Ici: Pues sí (ladeó la cabeza de lado)

Alba: No sé... le he dado muchas vueltas a la cabeza y no quiero que Nati pague nuestras diferencias

Ici: Eso sobre todo (agregó mientras comía una porra)

Alba: Me consta que la adora, pero... (sonó su móvil) ¡Uy quién será a esta hora!

Ici: Igual es ella

Alba: No, es Paul (Ici sintió como la porra que se había terminado de tomar se le quedaba atravesada en el estómago, y al ver como el rostro de Alba palidecía temió lo peor) Lo siento, pero... ¿puedes repetirlo?...

Ici: Joder... ¿qué habrá hecho? (musitó bebiendo agua para bajar la maldita porra)

Alba: Ya (Alba cerró los ojos con la rabia reflejada en su rostro) De acuerdo, adiós

Ici: No me asustes (le dijo temiéndose lo peor)

Alba: ¿Puedes quedarte un momento aquí? (le dijo sin mirarla con la mirada fija en un punto cualquiera mientras su cerebro procesaba la información recibida)

Ici: ¿Qué ha hecho?

Ya no le contestó, la vio coger las llaves abrir la puerta, dar un portazo y salir como alma que lleva el diablo. Cerró los ojos pensando que iba a estallar la bomba que había instalada entre ambas, llamó con las manos temblorosas a Marta y le estuvo explicando lo sucedido.

La apuesta (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora