Capítulo 17

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En el piso de Ici, que tan solo era un estudio, Isabel la estaba ayudando a colocar sus cosas, no demasiadas porque tal y como le había asegurado a Natalia, debía ir a Jerez para arreglar algunos detalles.

Isabel: Me alegro que te quedes

Ici: La verdad lo hago no solo por Nat, sino, también porque Jerez ya me queda un poco pequeño, me gustaría montar algo grande aquí

Isabel: Seguro que te va a ir muy bien

Ici: Eso espero. Oye Isabel... ¿tú crees que Nat y Alba estarán bien?

Isabel: Deja de preocuparte por ella... es algo que tiene que solucionarlo sola, ella cometió el error ella debe subsanarlo cariño

Ici: Lo sé, pero escucha... hoy cuando le he visto entrar a casa, su mirada a Alba...

Isabel: Ya... ya... me he dado cuenta (le dijo asintiendo) Anda ven a mi casa a comer

Ici: Me temo lo peor Isabel

Isabel: Te voy a contar un secreto... (Ici cogió las llaves y se la quedó mirando mientras Isabel apoyaba su mano en el pomo de la puerta) Una vez Nat me dijo que era afortunada de tenerte y hoy, yo lo corroboro. Eres una amiga de las de verdad

Ici: La quiero como si fuera mi hermana

Isabel: Lo sé y ella a ti te lo aseguro

Ici: Bueno... que hoy estoy tonta debo estar ovulando y las lágrimas se empeñan en revelarse ¡carallo! (entonces sonó su teléfono móvil) Agustín, ¿qué pasa?, sí, sí, sí (conforme iba hablando, sus ojos iban abriéndose como platos) ¿Cómo?, vale, vale, está bien. ¡No me lo puedo creer! (murmuró atónita cuando cerró el móvil)

Isabel: ¿Qué ha pasado ahora?

Ici: A ver... (se puso la mano sobre el pecho aún impactada) La loca de Nat le ha dejado la casa de la sierra al no menos loco de Agustín, y éste me ha dicho a mí que si me voy con él para volverme loca a mí del todo...

Isabel: ¡Anda, vamos, vamos que con tanta locura a la que vais a marear al final es a mí! (decía sonriente)

Ici: Isabel... que me voy a la Sierra (decía ilusionada)

Isabel: Me alegro... venga... que tengo hambre

Ici: A veces pienso que tenía que haberme hecho lesbiana, Nat y yo seríamos una pareja a prueba de bombas

Isabel: ¿A prueba de bombas?, o ¿bombas por sí solas?

Ici: También tienes razón (dio una carcajada) ¿Cómo irán?

Isabel: Mientras no se oigan gritos, bien

Ici: Si oyes algo en mi ausencia me lo dices

Isabel: Claro, claro.




En casa de Natalia, le había retirado la bandeja a Alba, le había dado el biberón a la niña y se había puesto ella a comer un plato de macarrones que Isabel le había dejado hechos. En el sofá con la televisión encendida, pero sin verla ni escucharla, sintió la desazón con la que los últimos días había vivido, aquel abrazo en el hospital había revuelto sus emociones, ¡qué bien se había sentido al tenerla abrazada!, notaba como aquel abrazo le había demostrado que Alba estaba no solo necesitada de esa ayuda, sino también de cariño, aunque no fuera consciente o realmente lo que le sucedía era que lo era demasiado y de ahí su postura lejana a ella. Suspiró con fuerza al terminar, el estómago lo tenía un poco revuelto. Fue a ver a la niña que dormía plácidamente con los bracitos separados de su cuerpo, el chupete con un ligero movimiento y sus deditos de las manos de vez en cuando, tenían un leve movimiento, Natalia se maravillaba de aquella niña, no podía pensar que un día se podría marchar de su lado, era parte suya, tan solo la tenía las dos semanas del accidente, pero había disfrutado tanto con ella, habían dormido juntas, había pasado rato en la terraza teniéndola entre sus brazos hablándole de lo bella que era su tía y de lo mucho que la tenía enamorada, había luchado por su vida en un quirófano y verla así, le daba una tranquilidad que nunca había experimentado. Sonrió al recordar las palabras de Ici, le había dicho que su espíritu maternal había llamado con demasiada fuerza a su puerta con la aparición de la niña. Dejó una caricia con sus labios repletos de una sonrisa bañada en emoción y le dijo:

La apuesta (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora