Capítulo 26

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El silencio de la habitación, la luz queriendo entrar en ella para descubrir aquellos dos cuerpos tendidos en una cama pequeña, eran testigos del desvelo de Natalia, si bien era cierto que se había quedado dormida, un suave movimiento de Alba buscando refugiarse más entre sus brazos la despertó, era consciente de todo cuanto había sucedido, y aunque su pulso no había logrado estabilizarse en la tranquilidad, si era cierto, que con la desaparición de desear aquel cuerpo desnudo que se había enroscado entre sus piernas y sus brazos, se hacía mil preguntas, la más repetida ¿qué había llevado a Alba a comportarse de aquella manera?, la miraba y allí durmiendo tan relajada le parecía increíble su comportamiento, así parecía un ángel, y momentos antes había conseguido bajarla a los infiernos cual si fuera el mismísimo diablo. Suspiró porque le llegó a su mente aquella frase salida de tono que había mencionado ella "yo no soy una puta" ... cerró los ojos sintiendo rabia por haber dicho algo tan horroroso, rezaba para que Alba ni recordara su estado desinhibido ni aquella frase que había salido de su interior con toda su rabia de ver todo cuanto le decía. Le dolía que se mostrara así de provocativa sobre todo cuando sabía que si caía en aquella provocación al día siguiente tendría más motivos todavía para llenarla de reproches, pero entonces... ¿por qué esa rabia contra Alicia y Marta?... no la entendía, tan solo tendría sentido si estuviera enamorada. Sin duda aquello era lo más ridículo que había pasado aquella noche por su mente. Volvió a suspirar y dejar de soñar, tan solo la miraba, y entonces se sentía mucho peor, ¡cuánto daño le había hecho!, si no se hubieran encontrado en Jerez, seguramente Alba tendría una vida mucho mejor que la que tenía a su lado. Le dejó un beso suave en la frente... se apartó con cuidado para no despertarla, sentía pánico a su despertar, pánico a saber cómo reaccionaría. Se llevó a la pequeña para que no la despertara, seguramente, Alba dormiría toda la mañana.

Se preparó una taza de café bien cargado y se salió a la terraza, ella y su pesado sentimiento de tristeza. Se sentó en la tumbona dando sorbos pequeños a la taza, saboreando lentamente aquel líquido del que tanto disfrutaba en sus labios, pensativa, muy pensativa en todo cuando había sucedido, era demasiado para ella debía mostrarse serena para poder soportar las dudas de Alba.

Natalia: Nunca sabrás lo mucho que he tenido que sufrir para poder parar, nunca sabrás lo que ha significado esta noche para mí Alba... (susurró con congoja y sin más las lágrimas comenzaron a resbalar por su rostro tenso)

En la cama se revolvía Alba con un agudo dolor de cabeza, había intentado despegar sus párpados, pero le había sido realmente imposible, sentía como si alguien le golpeaba con un martillo las sienes, como si cada golpe retumbara en todo su cuerpo y el estómago se empeñara en hacer amagos continuados por salir y abandonar aquel cuerpo maltrecho. Dos veces había tratado de despertarse del todo, pero ambas veces el estupor que llevaba encima le había tumbado. Entre sueños, notaba como unas manos recorrían su espalda, y unos labios se movían inquietantemente por su pecho. No podía detener aquella visión, era Natalia. Se despertó poco a poco, tan lentamente como su dolor de cabeza y sus ganas de vomitar le iban permitiendo. Absorta, se vio desnuda.

Eran las once y media de la mañana y Natalia ya no podía esperar más, así que decidida, le preparó un café bien cargado y una aspirina, había vestido a la niña para llevársela consigo, no podía dejarla con Alba en ese estado de resaca. Al entrar a la habitación lo hizo con sigilo, para no despertarla de golpe, pero ella lo que no sabía era que Alba estaba despierta, momentos antes al despertarse se había quedado perpleja... estaba desnuda, entonces las imágenes se habían sucedido una tras otra, las palabras iban y venían, los labios, las manos, los cuerpos, otra vez... Natalia... otra vez...

Natalia: Alba... despierta (le dijo mientras abría la cortina, al girarse se encontró con sus ojos rojos de ira, sus ojeras pronunciadas, pero ella ni desvió la mirada, ni se amilanó ante aquellos ojos tan repletos de reproche) Tengo que irme, como imagino que estarás con una fuerte resaca, te he traído el...

La apuesta (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora