Capítulo 11: La cerdita que llegó en una noche lluviosa

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Era de noche y la lluvia con el viento rugían con fuerza. En medio de la oscuridad, se escuchaba las pisadas de desesperación de una criatura pequeña que corría con todas sus fuerzas, y atrás de ella, un grupo de tres hombres que buscaban con furia a la misma.

—¡Maldita sea! ¿Dónde está ese cerdo?! —dijo uno sosteniendo un machete.

—¡Encuéntrenlo! ¡Lo quiero muerto! ¡El maldito se comió los nabos del almacén! —dijo el líder.

—No se preocupe, jefe —todos miraron al más sádico del grupo cuando comenzó a hablar —. Estoy seguro que estará muerto dentro de poco —dijo mostrando un cuchillo ensangrentado.

—¡Lo hubieras dicho antes, así no habríamos corrido con esta lluvia!

—Ja ja ja ¡Quería comer cerdo!

—Bien. Volvamos —ordenó el líder fastidiado.

No muy lejos se encontraba la cerdita escondida en un arbusto viendo cómo se iban sus agresores y no fue hasta que sus siluetas desaparecieron que ella decidió salir de su escondite. Debía buscar un refugio para la fuerte lluvia, y se dirigió hacia un camino de tierra con esperanza de encontrar algo. 

La cerdita sentía que el frío invadía su cuerpo y las fuerzas la abandonaban, sus pasos se volvieron lentos y tambaleantes hasta que cayó rendida a un costado del camino. Respiraba con dificultad, su cuerpo ya no le respondía, estaba cansada, cansada de sobrevivir y ser despreciada en cualquier lugar que estaba. Comenzó a recordar los días que pasó hambre y frío, los días que era perseguida por perros y aquellos en que el hombre la miraba con desprecio como si se tratara de algo insignificante. Era cuestión de tiempo, muy pronto dejaría ese mundo tan cruel.

Mientras su mirada se desvanecía y su única compañía parecía ser el sonido de la lluvia, una mujer que sostenía un paraguas apareció. Venía por el camino, tenía un semblante duro y pudo divisar a la cerdita a medida que se acercaba, se detuvo a su lado y dirigió su mirada al suelo.

—Qué muerte tan patética —dijo al ver el cuerpo sin vida de la cerdita. Pero esta, al escucharla, abrió los ojos un poco.

—Vaya. Al parecer estas viva —dijo algo sorprendida por la reacción sin fuerza de la cerdita.

Ambas intercambiaron miradas en ese instante.

—Parece que quieres vivir, —y se agachó —pero yo, no puedo hacer nada... —le confesó casi disculpándose —. Créeme, pasar más tiempo en este mundo solo te traerá más dolor —le habló con una mirada triste y una voz que parecía que se lo decía porque ella conocía muy bien ese sentimiento.

Pero la cerdita siguió mirándola, a pesar de haber tenido una miserable vida, aun quería vivir —Que terca —terminó, y la lluvia cayó con fuerza apropiándose del lugar. 

Solo estaba el sonido de la lluvia y la oscuridad de la noche.


[...]

Shizune estaba en la posada leyendo los pergaminos médicos que Tsunade le ordenó estudiar mientras ella estaba en el casino.

—¡Arg! ¡Esto es demasiado! ¡Es mucho para estudiar en un día! —se quejó preocupada una pequeña Shizune. Después de todo, Tsunade le tomaba lección de lo aprendido cuando volvía, y si no sabía la respuesta, le aguardaba un duro entrenamiento muy temprano por la mañana.

—No quiero despertarme a las 5 de la mañana... —la niña comenzó a lloriquear, sin duda no lo lograría.

—¡Ya volví...! —gritó con dificultad la mayor desde la entrada, asustando a la genin que se encontraba en el living. 

Shizune tragó saliva, pues Tsunade siempre volvía de mal humor los días que iba al casino y, para el colmo, no había terminado de estudiar todos los pergaminos.

—¡Shizune...! –la llamó para que se acercara a la entrada lo más rápido posible.

Shizune salió corriendo y la encontró con un rostro tenso y pálido. Pudo notar que en sus brazos sostenía algo envuelto con su chaqueta.

—Ten ...tómalo... ¡rápido...! —dijo con dificultad, casi tratando de contener la calma.

—¡Sí! —y Shizune rápidamente lo tomó, vio a su maestra, ¿qué le había pasado para que ella se haya puesto tan pálida?

—Ella no se pone así, a no ser que sea... rápidamente lo entendió y levantó el pliegue que cubría lo envuelto, era una cerdita cubierta de sangre. Levantó su vista a Tsunade, estaba sentada en la entrada con la mirada hacia la puerta, agitada tratando de recuperarse —...su fobia a la sangre.

—¡Tsunade sama! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué la trajo?! ¡Puede ser malo para Ud! —dijo preocupada Shizune. Sabía que si la Sanin se exponía a la sangre, había una gran posibilidad de que recayera.

—¡Lo sé!

Le gritó con fuerza golpeando el piso, dejando un gran silencio y a una Shizune callada de la sorpresa.

—Sé muy bien lo que me pasa con la sangre ... —dijo casi con impotencia y enojo —¡Maldita sea! —volvió a gritar, estaba enojada consigo misma, por haberse vuelto tan inútil y patética, por preocupar y ser incapaz de enseñarle adecuadamente a Shizune. Sin embargo...

—Soy tu maestra.

—No aprenderás nada si no practicas... aprendes rápido, memorizaste en poco tiempo las técnicas y los pergaminos que te entrego, pero, no es suficiente. Si no tienes la oportunidad de aplicar todo lo que sabes... no podrás volverte en un ninja médico.

—Tsunade sama...

Shizune miró a la criatura en sus brazos, podía sentir su respiración —Esta fría...aun así, ella está tratando de sobrevivir —era la primera vez que experimentaba algo así.

—¡Un ninja medico aprende de verdad cuando tiene en sus manos una vida!

Dijo finalmente sin verla.

Había asumido a su cargo a Shizune, no le podía enseñar a medias. Como su maestra debía hacer el intento de enfrentar su fobia por ella.

—Dime, ¿crees que podrás operarla? —le preguntó —Yo te guiaré...

A pesar de lo exigente y brusca que podía ser su mentora, ella de verdad estaba tratando de enseñarle ninjutsu médico. Aunque su fobia se interponía, Tsunade quería volverla una ninja médico. Y Shizune, lo entendía.

—¡Sí! ¡lo haré! —dijo decidida mientras veía a Tsunade.

—Bien... —respondió con calma la mayor.


—Shizune, lamento que tengas una maestra tan inútil.


Shizune temblaba, pero sabía que todo saldría bien. Porque a su lado tenia a Tsunade, su maestra.


KakaShizu: Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora