Prólogo

1.6K 91 6
                                    

En algún momento de la historia.

-¡Duque, por favor deténgase! -Exclamó el mayordomo siguiendo a su señor- ¡Esto es una locura! No puede arriesgarse así.

-No intentes hacerme cambiar de parecer porque no lo lograrás.

Un joven duque caminaba determinado hacía su oficina en la  gran mansión en la que había vivido durante el último tiempo mientras tanto era perseguido muy de cerca por su mayordomo.

-¡Por favor, señor! Piense mejor las cosas, podemos encontrar otra solución -El mayordomo estaba nervioso, ansioso.

-¡Me importa un bledo!¡Busqué durante años una solución y ésta es la única que es posible, no puedo seguir esperando otra!

El duque entró a su oficina y fue hasta una repisa con libros, sacó de allí un libro rojo que se veía viejo. Abrió el libro y buscó hasta dar con una página en específico.

El mayordomo mientras tanto se paró frente a él en un intento de detenerlo. No podía entender lo que estaba pasando por la cabeza de su señor en ese momento. No podía permitir que se arriesgase a tal peligro así como si nada. Si podía evitar que su señor hiciera tal locura, lo haría.

-Señor, estoy en la obligación de comunicarle que lo que está por hacer es un pecado y podría costarle la vida.

-¡Ya lo sé! -Interrumpió-. Pero no me importan las consecuencias, estoy listo para el castigo que podré tener.

-Por favor, señor. Piénselo  mejor.

-No tengo nada que perder, la única familia que tenía era ella y ya no está. No tengo miedo a la muerte ni a las consecuencias que pudieran tener mis actos.

El mayordomo quedó paralizado, se horrorizó tan solo de escuchar esas palabras mientras que el joven duque se movió hasta su escritorio y tiró al piso todo lo que estaba en él, puso el libro en el escritorio y fue a buscar algo más a un armario que estaba en una esquina de la habitación. Se puso a rebuscar entre las cosas que habían y de ahí sacó una vela roja, una tiza blanca, un frasco con una sustancia roja, un cuchillo y unas flores.

-Por favor, señor...

-¡Ya cállate! -Interrumpió en un grito.

Fue con rapidez hasta su escritorio y dibujo con la tiza un pentagrama donde puso la vela roja en medio, las flores las esparció dentro del dibujo y tiró el líquido rojo en círculo, dejando el pentagrama dentro de este. Encendió la vela y rezo en latín. Luego de eso la mansión explotó en un incendio, con el duque y miles de sirvientes dentro.

Nadie nunca supo lo que pasó esa noche en la mansión, nadie nunca supo la causa de la explosión, nadie nunca supo que el duque entregó su vida para poder estar con su amada, nadie nunca supo que la mujer por la que se sacrificaría en realidad estaba viva.

Pero el duque sabía que a pesar de morir iba a encontrar a su amor en su próxima vida, porque así se lo prometió. La buscaría aunque le costará de nuevo la vida, la amaría por toda la eternidad y si en su otra vida no pueden encontrarse reencarnarían hasta que en una de sus vidas puedan estar juntos al fin.

CielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora