Un secreto se oculta bajo los suelos de tierra santa, algo oscuro y con un origen mucho más terrible del que se conoce, un niño encerrado que fue criado como monstruo, alejado de todos por ser hijo del ser equivocado, juntando rencor e ira contra aq...
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Me quedé quieta, sin habla y sintiendo que todas mis terminaciones nerviosas se estaban descontrolando, evidenciándose en el temblor que se expandía por mis extremidades. Toda la gente aplaudía y lanzaba felicitaciones a la feliz pareja, pero nadie notaba que el abrazo que estaba dándome Einar no era por amor, sino para no dejarme caer al piso. Mis piernas eran gelatina, mi respiración estaba casi nula y la mente no sabía ni mi nombre, estaba en una conmoción total.
De pronto, hice lo único que se me ocurrió en el momento, observé a la persona que creí me ayudaría a salir de ese sitio, haciéndome sentir la seguridad que necesitaba. Posé la vista en él, el hombre en quién más confiaba dentro de la habitación, llevándome la sorpresa de que encontré con un rostro que me miraba con lágrimas en los ojos y perdido en el dolor. Gerd estaba tan destrozado como yo, sus labios temblando se abrieron para decir un "lo siento" que no fue escuchado por nadie más que mi corazón, fue entonces cuando me di cuenta de que su proposición de matrimonio fue para salvarme de esto. De esta tortura que venía ahora a mi vida.
—Y también. —Continuó el emperador cuando los vítores cesaron un poco. —Quiero felicitar a Dago McLeeon, ya que, con sus acciones y sacrificios hechos por el imperio, se ha ganado un nuevo título, me enorgullece llamar desde el día de hoy lord a nuestro comandante. Un aplauso para él y para su bella hija por ser una parte más de orgullo para nosotros. Bienvenidos a la familia.
Y ahí fue cuando lo supe. Entendí todo lo que había sucedido, entendí las peleas de Einar con su hermano y las constantes conversaciones que mi padre tuvo conmigo. Mientras todos iban a abrazar a mi padre yo sólo veía a las personas pasar en cámara lenta por nuestro alrededor, las lágrimas se acumularon de forma rápida en mis ojos cuando sus ojos reflejaron los míos, tan iguales, pero de expresión totalmente diferente. Se notaba el orgullo, su felicidad, mientras que los míos sólo denotaban destrucción. Él lo supo antes que yo, que aquella traición de mí no se iba a ir jamás. Me usó como moneda a cambio de su sueño de ser un lord, ahora no sólo era un simple soldado, sino que también era parte de la realeza. —Me vendió. —Dije para mí misma en un susurro.
—Tranquila, prometo hacerte la mujer más feliz del mundo. —El abrazo de Einar ahora era más bien protector, pero sin quitar esa posesividad que me molestaba. —Estarás bien, sólo debes acostumbrarte, tendrás todos los lujos que quieras, serás princesa.
Fue entonces cuando exploté. Quité con violencia las manos de mi -ahora- prometido de mi cintura y me acerqué a mi padre con la rabia saliendo de mis poros. En su rostro intenté buscar la culpa o la tristeza por haber arruinado mi vida, pero solo encontré satisfacción personal. Ni siquiera cuando estuve frente a él, con el rostro bañado de lágrimas, dejó su sonrisa de lado, jamás dejo de sonreír. —Me... me vendiste papá.
Resopló e hizo un gesto con la mano para que me quedase tranquila. —Ya era hora que fueras la carga de alguien más, deberías estar feliz, jamás te faltara nada. Tendrás lujos y riquezas inimaginables, solo debes hacer feliz al heredero y todo estará bien. Ya te acostumbraras. Eres la envidia de las demás doncellas. —Puso una mano en mi hombro, pero de inmediato -como si me quemara- lo retiré con una mueca desagradable en los labios. —Lo hice por tu bien, hija. Ya estoy más viejo y no podre cuidarte para siempre, era momento que contrajeras matrimonio, y qué mejor que con Einar, el orgullo del imperio, él te cuidará y te hará feliz. Deberías agradecerme.
