CAPÍTULO 12

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Fue difícil, sobre todo cuando no sabía que hacer además de mirar ese vestido de novia tan pomposo frente a mí

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Fue difícil, sobre todo cuando no sabía que hacer además de mirar ese vestido de novia tan pomposo frente a mí.

Tía Karen llegó a mi habitación pocos segundos después, y cuando me vio con tijeras en mano y la tela en otra, producto de la frustración, me lo quitó rápidamente, puso las tijeras en un sitio seguro y colgó la prenda en el pequeño armario. La tela blanca sobresalía de aquel mueble de madera pues era tan grande que no se podía cerrar la puerta.

Dijo que lo guardara porque algún día podría serme útil, aunque sinceramente no le veo la utilidad, no le presté demasiada atención a su comentario dado que estaba algo aturdida por las cosas que había sentido luego de aquel enfrentamiento con mi padre. Las palabras que le dije me carcomían desde hace años, y a pesar de que me había quitado ese secreto de la espalda, seguía pesando como nunca. En mi interior algo crecía, sintiendo que todo aquello que le dije sólo había empeorado las cosas.

—¿Le tienes mucha confianza al obispo, cariño? Los vi bastante juntos, eso no es propio de él. La mayor parte del tiempo es bastante arisco con todos los que le rodean.

La escuché con atención entonces, curiosa de sus palabras. —La verdad es que él sabe mi razón de estar aquí, y me recibió con los brazos abiertos, además que fue una de las únicas personas que me prestó ayuda luego de la golpiza de mi padre, él -junto con Gerd- me sacó de aquel lugar en brazos, dado que mi cuerpo no podía más. —Suspiré, no podía contarle a tía Karen lo que me había confiado aquel hombre sobre su familia y sus motivos para volverse religioso, pues era su vida y yo no tenía el derecho de divulgarla. —Es bastante paternal conmigo.

Frunció los labios. —Sí, lo es. —Se acerca a mí, pone sus brazos a mi alrededor de manera que logra calmar un poco mis enturbiados pensamientos, luego nos acomodamos sobre la cama para así conversar.

—Tía Karen, hay algo que quisiera hablar con usted. —Comienzo, pasados unos segundos, ya decidida a preguntarle si ella es parte de aquel horroroso crimen del que es víctima el joven de las mazmorras. —Es algo que tengo mucha curiosidad por esclarecer y le pido que, por el cariño que nos tenemos, diga la verdad.

Toma mis manos frías y sudorosas, para luego plantar un beso en ellas. —Claro que sí, pregunta lo que quieras.

—¿Sabe que hay bajo el convento? ¿Sabe de la existencia de las mazmorras?

Ella por un momento se queda mirándome fijamente sin expresión alguna, no entendiendo nada.

—¿De qué hablas, cariño? Se más específica.

—¿H-hay alguien viviendo en las mazmorras? —Suelto.

El semblante calmado y confundido de antes rápidamente cambió a uno más asustado y turbio. No dijo nada al inicio, pero luego de un apretón que le doy en las manos comienza a tartamudear. —No, se supone que esas mazmorras no están habilitadas desde hace muchos años, hasta las llaves se han perdido. —Su ceja elevada me interroga. —¿Por qué preguntas, Lena? No me digas que has intentado entrar allí, es muy peligroso, está lleno de arañas y quizás que cosas horribles te encuentres abajo.

ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora