Un secreto se oculta bajo los suelos de tierra santa, algo oscuro y con un origen mucho más terrible del que se conoce, un niño encerrado que fue criado como monstruo, alejado de todos por ser hijo del ser equivocado, juntando rencor e ira contra aq...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La cabalgata fue liberadora, nos reímos demasiado entre bromas y carreras, siempre con precaución claro. Hubo un par de situaciones incómodas entre Nac y As, pero todo se solucionaba con el humor de Eligos adornando el ambiente.
Al llegar a casa me sentí confundida. As estaba extraño, sin embargo, cuando traté de preguntarle me distrajo con sus besos, hasta que finalmente compartimos el lecho. Cuando fue la hora de dormir e hicimos el amor de manera demandante y romántica, algo en su manera de poseerme me hizo estar alerta. Sus manos estaban desenfrenadas tocando todo y marcando piel con su brusquedad, sin mencionar el hecho que sus ojos más que amor destilaban un poco de enojo.
Eso me hizo despertar de mi ensoñación, y recordar que con quién compartía el lecho tenía un gran poder proveniente de la ira.
Luego de ello nos dormimos casi de inmediato, el cansancio nos ganó a ambos de manera inesperada.
La fría brisa me hiela la espalda desnuda, sin embargo, no me dan escalofríos ya que la mano de As comienza a recorrer mi columna con su mano tibia, calentando de esa manera cada parte de mi piel expuesta.
Un ronroneo se me escapa con su toque y me acoplo más a sus músculos para aprovechar su calor corporal, no obstante, un ruido fuera hace que abra mis ojos inmediatamente.
—As, algo sucede. —Lo zarandeo un poco para despertarlo y lo logro a medias, ya que sus ojos sólo se abren a la mitad sin poder desperezarse. —Levanta.
No tuve que seguir insistiendo, se incorpora sólo cuando un grito nos alerta ambos. Una mujer da un alarido de dolor que transmite todo con lo rasposo de sus cuerdas vocales.
Nos levantamos con rapidez y colocamos nuestras prendas de vestir, As sólo se coloca sus pantalones, mientras que yo pongo el vestido que había utilizado hoy que era lo más cercano que tenía a mano. Agarro el cinturón de mi arma y la amarro en mi cintura.
—No irás. No dejaré que estés en riesgo. —Prohíbe adivinando mis intenciones. Sigo en lo mío sin prestarle atención a sus palabras. —Te estoy hablando Lena, no me ignores por favor. No irás, quédate aquí segura.
—¿Y por qué vas tú? No eres tan diestro como los demás con un arma, deberías mantenerte seguro conmigo.
—Soy su rey, es mi deber protegerlos.
—Yo también sé usar un arma.
—Tengo la capacidad de curarme solo.
—As, déjame ir...
—¡Lena por favor! No quiero que vayas, entiéndeme, sé que no eres débil, pero no sé que cosa pasa afuera, y si son demonios del bando contrario no quiero que te hagan nada por mi culpa. —Se me acerca y me da un beso en la frente. —Te lo suplico, escóndete.
En la última parte de la frase subió un poco el tomo de voz y adoptó una postura que jamás había utilizado en mí, cosa que me hizo sentir inferior.