Desperté al sentir que alguien me hablaba. De a poco fui abriendo mis ojos acostumbrándome a la tenue luz del lugar donde me encontraba.
—¡Despierta! Ya vienen.
Abrí los ojos sin demora al escuchar esa voz, sintiendo el corazón en la boca. Observé a mi alrededor y los recuerdos me llegaron de golpe. Aquel joven de lindas facciones en ese estado deplorable me miraba con preocupación. Sus brazos estaban hacia atrás mientras que todo su cuerpo estaba hacia adelante, detenido por aquellas cadenas que lo frenaban de acercarse a mí.
—¿Qué pasa? —Suspiré y sobé mi adolorido cuello. —Así que fue real. —Susurré. Entonces cuando estoy a medio levantar, me quedo estática. A mi mente llega el recuerdo de haber visto ojos rojos persiguiéndome en la oscuridad. —¿Qué pasó? —Temerosa doy marcha atrás, pero él me observa con intensidad, suplicando algo de lo que no tengo conocimiento, con los ojos mieles excéntricamente claros. Vagamente entiendo lo que ha sucedido, y la curiosidad sigue picando en mi ser al darme cuenta de que hubo una respuesta sin respuesta. —¿Por qué estás aquí en estas condiciones?
—Sólo nacer, es lo que siempre me dicen. —Antes de que diga algo más mueve su rostro hacia un punto inexistente del techo, como si algo percibiese, haciendo notar sus clavículas marcadas y el músculo de su cuello. —Ya les toca la comida, debes irte.
Ladeo la cabeza sin entender, entonces siento en la superficie la campanilla que avisa el despertar de todos. Eso quiere decir que tengo veinte minutos para estar lista e ir a por el desayuno. Me acomodo la ropa con rapidez y me dispongo a salir cuando escucho su voz.
—¿Volverás?
Giro hacia él, viendo su ceño fruncido con tristeza. ¿Qué le pasa? —¿Por qué quieres que vuelva?
—Te sientes igual que yo. Hambriento y solo. —Comenta con pesar.
Levanté una ceja. —¿Tienes hambre? —Asintió con las pupilas un poco más dilatas. —Bien, volveré, y espero que ahora puedas contestarme algo de verdad. Nos vemos, no digas a nadie que estuve aquí.
Un asentimiento es lo único que recibo como afirmación. Con el peso de la conciencia en mi espalda salí despavorida de allí, con la pena, curiosidad, y empatía cargada en mi ser, él pronunció apenas un par de palabras y me hizo sentir que no merecía estar allí, que todo era una injusticia. Pero eso está por verse.
Rápidamente cerré todas las puertas y subí las escaleras, y de la misma manera llegué a mi habitación cerrando con un portazo.
Me apoyé en la puerta y suspiré, recobrando el aliento que había perdido en la carrera. Mi mente volaba por muchas escenas, algunas buenas y otras malas, en las muchas ideas de por qué él estaba allí, me encontraba totalmente impactada por el estado de aquel joven.
Siento unos golpes delicados en la puerta que hacen sobresaltar. —¿Cariño, estás lista?
—Tía Karen, salgo en cinco minutos. —Pronuncié aún agitada.
ESTÁS LEYENDO
ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.
FantastiqueUn secreto se oculta bajo los suelos de tierra santa, algo oscuro y con un origen mucho más terrible del que se conoce, un niño encerrado que fue criado como monstruo, alejado de todos por ser hijo del ser equivocado, juntando rencor e ira contra aq...