CAPÍTULO 8

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—Gratamente sorprendido, que bueno, pues me sentiría algo indignada si no lo estuvieses

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—Gratamente sorprendido, que bueno, pues me sentiría algo indignada si no lo estuvieses. Ya sabes que ambos debemos llegar inmaculados al matrimonio.

Las chicas a mi alrededor inspiran sonoramente escandalizadas, mientras me ponen las prendas.

—En ningún documento está expresado que el varón debe llegar virgen al matrimonio, sólo habla de ustedes, las damas, pues en nosotros no se puede comprobar.

Otra vez ellas se escandalizan, pero nosotros no, pues es una batalla que tenemos desde hace tiempo.

—Estamos en plena toma de medidas, futuro esposo, así que le recomiendo que no interrumpa este momento, pues también será favorecedor para usted. Imagine, príncipe, que toman mal mis medidas y luego el vestido no me queda cómodo.

Se encoje de hombros y hace una reverencia. —Pues bien, entonces me retiraré, pero también quisiera participar en la elección del vestido de la que será mi esposa. Estaré fuera de la habitación para cuando estén listas para incluirme.

Dicho esto, cierra la puerta y nos deja a todas en silencio. —Prosigamos rápidamente, para que el príncipe Einar entre a ayudar.

Y así lo hicimos, tomaron mis medidas, y anotaron todo en sus libretas junto a el modelo que yo elegí.

Al terminar y volver a poner mi ropa en su sitio, una de las chicas abrió la puerta e hizo pasar a Einar, quien entró aprisa y se sentó en aquella mesa redonda donde teníamos los diseños. Le mostraron exactamente las mismas cosas que a mí. Pero no tomó en cuenta mis opciones.

—Será con encaje de las mangas y todo lo demás tapado con tul, y pedrería en todos lados. Tiene que ser voluminoso, digno de una reina, con un velo que caiga en degradé y mida bastante.

Lo observé con rencor. —¿No tengo derecho a opinar? Es mi boda, Einar.

—Pero será mi esposa, señorita Lena, y se hará lo que su próximo soberano dicte. Y será voluminoso.

Mordí mis labios, conteniendo las ganas de darle un buen golpe, manteniendo la rabia para mí.

—Está bien, príncipe, será como usted ordene.

Sonrió complacido mientras Dana y la otra dama nos miraban de manera alternada. —La verdad, no venía a esto, señoritas, sino a invitar mi casi esposa a una cena. Aquí mismo en su casa. Estará mi padre y mi hermano, hemos traído regalos para usted y su padre, así podremos conversar mejor el tema. La fecha se acerca y aún no preparamos mucho.

—Muy bien, terminaré de arreglar esto y voy con ustedes.

Sale de la habitación dejándonos a nosotras terminar todo.

Veinte minutos después salí algo cabizbaja de aquella habitación dándome ánimos para soportar aquella infernal cena. Dana por supuesto venía tras de mí.

ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora