CAPÍTULO 50

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Lo sé...

No merezco su amor.

Un mes y medio casi he desaparecido y les pido perdón por ello, pero la universidad me retiene y este fin de semana tuve un poco de tiempo para ponerme al día con ustedes.

Muchas gracias por la paciencia y por seguir en este lugar. Espero poder recompensarlos pronto, un beso gigante a cada uno de ustedes.

 Espero poder recompensarlos pronto, un beso gigante a cada uno de ustedes

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Miro hacia al frente, dándome cuenta de la verdad.

Entonces pongo atención a lo que dice Heatscar. —... y la muerte será su castigo. ¡Cuelguen al traidor!

Abro mis ojos asustada, sobre todo cuando uno de los guardias ajustó la cuerda alrededor del chico. Cuando estaba por tirar de la palanca veo que una espada iluminada en color púrpura pasa por medio de todos hasta la cuerda, cortándola y quedando pegada en la madera del poste.

Todos jadearon y de inmediato buscaron al causante de tal acción. Todos se movieron hasta dejar un espacio libre, desde el inicio del montón se fueron corriendo hasta que en la fila en donde nos encontrábamos nadie se movió. As quedó bajo las miradas de todos.

Con un apretón de la mano se despidió de mí, para luego decir en voz baja. —Cuídenla.

Caminó varios pasos bajo la atenta mirada de todos, llegando a la tarima. Observó desde abajo a Marbas que se arrastraba para quedar apoyado en el poste.

Entonces por detrás de As, desde los súbditos que observaban todo, aparecieron Eligos y Astaroth, mostrando que su apoyo estaba con el real monarca.

Heatscar se puso blanco, de seguro sabiendo quién era aquel hombre que aun no mostraba su identidad.

—¿Por qué me impiden castigar al culpable?

Para mi sorpresa no fue mi novio quién respondió.

—¿Por qué? Punto uno, él no es el culpable... —Dijo Eligos.

—... y punto dos, tú no eres el verdadero rey. —Terminó Astaroth.

Todos se escandalizaron y comenzaron a hablar, más aún cuando As se quita la capa, dejando su identidad por completo a la luz.

Comenzaron los gritos y los jadeos al notar la brillante marca en su cuello.

—¡Es igual al rey!

—¿Quién es él?

—¡Tiene la marca!

No esperó nada más y de un salto subió para posicionarse delante de su hermanito, y sacar la espada -que aun temblaba por el movimiento- del poste.

—¡Atáquenlo! —Gritó el desesperado de Heatscar.

Sin inmutar y con cuidado, tomó las manos de Marbas, mientras que éste lo veía con total asombro, y las puso en una posición correcta para luego con su espada cortar las incómodas cadenas, hizo lo mismo con las de sus pies.

ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora