Me quedo en silencio lo que parecieron minutos, sintiendo cómo gotas de sudor caían de mi cuello y entre mis pechos por culpa de los nervios. Abro mi boca y la cierro, cual pez fuera del agua.
Miro al hombre con sotana delante de mí.
—¿Qué hace aquí? Se evacuó todo el gentío, señorita, nadie debe andar por este sitio.
Intenté crear una historia creíble en mi cabeza, pero no pude hacer nada muy elaborado. —Yo... no lo sabía, señor, me encontraba visitando a una religiosa cuando ella se fue sin decirme nada. No fui informada, lo siento mucho, saldré de inmediato. Sólo he venido a confesar mis pecados.
Me levanto con lentitud haciendo una reverencia al altar y me giro hacia el hombre. Ésta me mira desconfiado. —Se ve algo agitada, ¿se encuentra usted bien?
—Sí. —Desvié mi vista hacia la salida, intentando ver cómo podría huir. —Estoy bien.
—Ya que se ha venido a confesar me imagino que no pudo alcanzar. ¿Le parece si lo hacemos ahora? Podrá ocupar las instalaciones que ahora se encuentran vacías. —El sacerdote me mira fijamente, como si me estuviese intentando leer.
—No se preocupe, si evacuaron a todos debe de ser por algo sumamente importante, me iré y volveré otro día.
Al percibir mi reticencia se acerca y pone su mano en mi hombro con confianza, pero su agarre es fuerte y firme. —Insisto, yo expiaré todos sus pecados, señorita, sólo sígame y me cuenta todo lo que ha hecho o... visto.
Él lo sabe, pienso inmediatamente, ahora estoy casi segura, pero no le diré nada, no puedo ser cómplice de lo que sea que fuese aquello. No puedo juzgar a nadie sin saber antes la historia. Tanto el hombre como ellos pueden ser los malos en esta historia, y eso me intriga, necesito saber la realidad de esta grave historia.
—Muy bien, se lo agradezco.
Me guía hasta el confesionario, mientras en mi mente me insulto mil veces por no haber pensado en otra excusa. Me siento en un lado de la caseta, mientras que él en el otro, separados por una pared enrejada y encerrados por cortinas y paredes de madera oscura.
—Es hora de que me cuente sus pecados. Dígame, ¿qué culpas tiene?
Rápidamente digo las cosas que se me viene a cabeza. —He gritado a mi padre. Y lo he desobedecido, en realidad he venido a confesarme con anterioridad, pues lo desobedeceré después, me ha obligado a hacer algo que mi espíritu no me lo permite.
Se queda callado un momento. —Ha venido antes de hacer su pecado. Eso lo hace igualmente grave, ya que su padre debe ser obedecido, ellos siempre quieren lo mejor para jovencitas como usted. Piense bien lo que hará. ¿Eso es el único pecado? ¿O hay más?
Le cuento toda una historia, falsa, cabe destacar, sobre cosas triviales que podrían pasarle a una jovencita de un estatus como el mío. Búsqueda de pretendientes, celos de amigas y otras cosas que todo el mundo cree que es nuestra vida.
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ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.
ParanormalUn secreto se oculta bajo los suelos de tierra santa, algo oscuro y con un origen mucho más terrible del que se conoce, un niño encerrado que fue criado como monstruo, alejado de todos por ser hijo del ser equivocado, juntando rencor e ira contra aq...