Sigo sentada agazapada en aquella mazmorra que elegí para esconderme, pero comienza a dolerme la espalda, han pasado creo que treinta minutos y aquella mujer sigue sin dar marcha. Veinte minutos más espero, entonces escucho que ella camina en dirección a la salida, al fin, aunque prefiero no me fiarme de aquello, por lo que al sentir los pasos alejarse, espero diez minutos más, esta vez en otra posición y luego de haberme asegurado que nadie se encontraba por los alrededores salgo de mi escondite para poder conversar con el hombre que desde hace unos días comienzo a considerar amigo.
Tengo la intención de decírselo, ya que seguramente no tiene idea de lo que se trate ser un amigo, eso significaría que podrá confiar aún más en mí y así me contará sus cosas e inquietudes, podré pensar en la mejor manera para ayudarlo.
Me adentro en aquella mazmorra y cierro la puerta con cuidado, para luego girarme, encontrándome con una cara con el ceño fruncido y mirada fría, que de inmediato -al percatarse de mi presencia- cambia su semblante por uno más amable, o más bien uno neutro.
—Buenos días, As. —Digo con mi mejor sonrisa, me acerco con la misma cautela de siempre, pero con más confianza. —¿Qué tal te encuentras hoy?
La intensidad con que me observa me desarma, y luego del sueño extraño que tuve, me pongo mucho más nerviosa, lo que induce a mi cuerpo a generar unas cosquillas en el abdomen. Me acerco otro par de pasos, hasta llegar casi a su altura, sin embargo, aunque no lo veo tan de cerca noto algo diferente, que, según mi percepción, es que sus cadenas están más pegadas a su cuerpo, como si hubiese ganado algo de peso, o masa muscular, porque antes le rodeaban las articulaciones sin problema, ahora en vez de eso se ven como incrustadas. No me gusta.
Suelta un suspiro de cansancio a penas analiza que mi mirada está en los grilletes, seguramente cansado de tener que preocuparse por estas cosas, cumpliendo una condena que no merece.
Yo también me sentiría cansada de vivir si lo estuviese haciendo es estas condiciones. No puedo negar que siento una pena horrible, lástima, pero sé que para él no son sentimientos dignos, pues eso lo hará sentirse más vulnerable de lo que es.
—Estoy bien. —Responde. Mira el suelo nuevamente a la vez que hace tronar los huesos de sus manos. —Sólo me encuentro más cansado de lo normal, me siento... diferente.
Ahora soy yo quién frunce el ceño. —¿Qué sucede? ¿Quieres contarme? Ya sabes que puedes confiar en mí.
Recorre la mirada por toda la habitación hasta posarse en mí. Por primera vez utiliza sus manos al hablar, en lo posible, esforzándose en tirar de esas cadenas para que lo dejen moverse, y me guía por su cuerpo, trazando líneas imaginarias. —Siento desde aquí. —Dijo apuntando su pecho. —Que algo crece, me falta el aire y no puedo respirar, como si algo quisiera... salir, es muy extraño. También siento fuego por aquí, escuece. —Apunta a su cuello, más exactamente bajo su mentón hasta el inicio de su brazo derecho. Supuse que era por lo apretada que se encuentra ese grillete, que quizás le esté cortando la circulación.
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ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.
ParanormalUn secreto se oculta bajo los suelos de tierra santa, algo oscuro y con un origen mucho más terrible del que se conoce, un niño encerrado que fue criado como monstruo, alejado de todos por ser hijo del ser equivocado, juntando rencor e ira contra aq...