CAPÍTULO 15

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Observé atónita lo que pasaba frente a mis narices

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Observé atónita lo que pasaba frente a mis narices. Dana y Gerd, juntos, del brazo y con expresión de incomodidad. Con intriga y sin poder creérmelo miré a cada persona que se encontraba en aquel lugar, sin entender nada de lo que allí ocurría, con muchas preguntas.

¿Por qué ellos estaban del brazo? ¿Cuándo se habían comprometido? ¿Por qué yo no sabía de esto si Gerd es mi mejor amigo? Y la más grande de todas, la que mi mente comenzó a repetir una y otra vez, hasta llegar al nivel de la locura, ¿por qué razón el emperador permitiría que su hijo se casase con una sirvienta? Dana no era una mala mujer, tenía buen corazón y era sensible, además de que sabía hacer muchas cosas útiles, tanto de su trabajo como sirvienta, como cosas de damas de compañía, tenía múltiples habilidades que la hacían mucho más valiosa, según mi visión.

Con esas interrogantes en la cabeza fui testigo de cómo ambos me miraban con preocupación, como queriendo decir algo, pidiendo ayuda. Conocía demasiado bien a ese par como para darme cuenta de que todo esto no era algo premeditado por ellos, aquí pasaba algo raro y estaba segura de que era en contra de su voluntad.

Me quedé callada, guardé silencio, sobre todo cuando apareció el obispo para iniciar la ceremonia de bendición. No era un matrimonio, era básicamente una fiesta de manera religiosa, para darle buena suerte a la futura pareja que pronto contraería nupcias.

—Queridos hermanos, espero que tengan buen día, nos reunimos el día de hoy para dar gracias y bendecir a esta pareja, que su futura unión sea llevada a cabo y que la felicidad colme sus vidas, bajo la atenta mirada de los celestiales. Para comenzar la ceremonia los invito a cada uno presentar sus respetos diciendo una oración silenciosa.

La mayoría de las personas bajó su cabeza y cerró sus ojos, incluyendo la familia real a excepción de los futuros novios, los cuales me observaban sin decir palabra, aprovechándose de que yo era la única hereje que no oraba. Los miré con la misma expresión que hacían ellos dándole entender mi estupefacción. Se miraban entre ellos y me miraban a mí, pero no entendía que querían decirme, hasta que ella intento formar una palabra con sus labios, la cual no alcanzó a terminarla, pues el obispo levanto su cabeza y prosiguió.

—Ahora que hemos presentado nuestros respetos, les pido que se sienten, excepto la feliz pareja.

¿Feliz pareja? Pero si se notaba a leguas que no lo eran.

—La vida es hermosa, maravillosa, sólo hay que aprender a vivirla, pero todo es mejor cuando tienes con quien compartirla, es por eso por lo que hoy estamos aquí, para bendecir esta unión que pronto se llevará a cabo, en donde estas dos almas por fin se unirán para toda la eternidad.

Quería saber que sucedía, necesitaba saberlo, no podía encontrar tranquilidad en ningún momento. Hubo un momento de la ceremonia en donde me sentía demasiado incómoda, no por la situación en general, sino que -a lo que ya estaba sucediendo- le agrego la hostigosa mirada de Einar. Me observaba, me estudiaba, me sentía violentada con su vigilancia, al nivel de ser obsceno, por lo que cuando el obispo dio su última bendición fui casi la primera en aliviarme, no podía salir de la iglesia aún por el protocolo, pero era lo que tenía más ganas de hacer. Si pudiese retroceder el tiempo al momento de orar, hubiese pedido que esto se acabase pronto, para largarme de sus persistentes ojos.

ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora