—¿Qué sucede, Dana?
Dando jadeos intermitentes, explicó. —Señorita Lena, me he asustado mucho, pues un hombre de dudosa procedencia se ha llevado parte de nuestras cosas, nuestros abrigos y bolsos, ese suyo con hermosa pedrería. ¡Ay, dioses!
Comienza a hipar y a temblarle las manos, observo también al obispo que nos mira con una mueca en los labios.
—Querida, no te angusties. No fue culpa tuya.
—Si lo fue, yo entretuve a su guardia, por eso ese hombre tuvo oportunidad de llevarse aquellas cosas, ahora Frank está intentando alcanzarlo.
El obispo, que hasta ahora se había mantenido en silencio, nos dio una grata opción. —Damas, le ofrezco, ya que se encuentran en un estado de aflicción, un carruaje para que usted envíe a su dama de compañía por alguien en casa, así tendrá dos o tres guardias en vez de uno solo. ¿Les parece? Como siempre he dicho, una vida es más importante que lo material, pues cuando vas al reino de los cielos vas con tu alma, el jen -nuestra fuerza vital- y sin nada de tus pertenencias. Iré por el maestro de caballerizas, esperen aquí.
Tomé a Dana de los hombros para intentar calmarla, pues estaba en mal estado. Se sentía culpable, lo que me hace pensar en la manera que estaba entreteniendo a mi guardia, sabiendo que le dije que se alejara de él, por el bien de ambos.
Luego de unos minutos el obispo vuelve con un hombre rollizo y de rojizos cabellos, color zanahoria.
Nos saludamos correctamente y se sacó su sombrero para reverenciarnos. Luego con mi permiso, se fue con Dana por el pasillo hasta que desaparecieron de mi vista.
—Algo inoportuno, pero eso nos deja tiempo para poder conversar sobre su decisión, hija.
Asentí. —Sí señor, me gustaría contarle mejor aquella historia que me aqueja.
—Pues entonces vamos a mi despacho, allí podremos conversar tranquilamente.
Mientras caminaba por aquel lugar, recordé por donde transité para llegar a ver a aquel hombre siendo brutalmente golpeado. Estábamos yendo por casi los mismos sitios, pero en la última esquina del pasillo antes de doblar hacia esa puerta en mal estado, nos detuvimos.
Frente a una puerta oscura con un signo en ella estábamos. Abrió con cuidado, a lo que la puerta chirrió al moverse. Con una seña de mano me hizo entrar en la habitación de pálidos colores.
Tenía una pequeña ventana al lado de aquel escritorio lleno de papeles y figuras religiosas.
—Tome asiento, señorita.
Nos sentamos, y miré las hortensias cortadas que estaban adornando un florero.
—Dígame, ¿cuáles son sus razones para querer ser religiosa? Ya sabes que aquellas mujeres deben tener un amor sincero a los celestiales, deben renunciar a ser mujeres normales, ya no más fiestas ni pretendientes, jamás tendrá hijos y no podrá tener una vida familiar más que la que le damos aquí.
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ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.
ParanormalUn secreto se oculta bajo los suelos de tierra santa, algo oscuro y con un origen mucho más terrible del que se conoce, un niño encerrado que fue criado como monstruo, alejado de todos por ser hijo del ser equivocado, juntando rencor e ira contra aq...