CAPÍTULO 3

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—Eres el ser humano más despreciable después de padre, pero no por eso caeré bajo tú mismo juego, no soy así, hermano

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—Eres el ser humano más despreciable después de padre, pero no por eso caeré bajo tú mismo juego, no soy así, hermano. —Dicho esto, saca su arma y la lanza al suelo a los pies de Einar. —Lena es tu prometida, tienes razón, pero no es tuya, y con su temperamento dudo que lo sea algún día. Su espíritu libre no se dejará domar.

Einar guardó su arma y no me dio tiempo ni para despedirme, porque casi arrancando el brazo de mi cuerpo, me llevó a rastras hacia la sala de baile, en donde increíblemente casi todos estaban en silencio mientras nos miraban entrar.

—¿Por qué tanto silencio? —Pregunto entre dientes.

Einar nos dirige entre las personas. —Llegaron unos hombres diciendo que buscaban a un maleante desaparecido, al parecer lo tenían encerrado y escapó, lo divisaron cerca de aquí. Pero al parecer todo se resolvió, ya que no los veo a la vista.

Me quedo en silencio cuando me cuenta eso, ya que pude haberlo visto en los arbustos y no quiero más preguntas hoy. Sólo quiero irme.

Mi padre, que ya tenía más manchas de vino en su camisa, se acercó con furia hasta nuestro lugar y delante de todos los presentes me abofeteó.

Cubro mi mejilla con mi mano mientras siento dolor y vergüenza, las lágrimas traicioneras caen de mis ojos.

E hice lo que no creí hacer jamás, esconderme tras Einar. —Calma, lord, todo fue un malentendido. No es necesario llegar a ese castigo, la dama no hizo nada, sólo fue por un poco de aire en el laberinto. —Me mira de reojo. —¿Verdad, mi hermosa prometida?

Asiento lentamente sin mirar a nadie en particular, sintiendo por el contrario todas las miradas en mí.

—No quiero otro escándalo como ese, Lena, te casarás con el heredero y no se hable más. —Dicho esto, padre da media vuelta y se dirige al emperador con rapidez.

Einar me observa con culpa, con cuidado toca mi mejilla roja y la acaricia. —No me siento cómodo con esto, de verdad, déjame ayudarte. —Reitera. —Dime que necesitas.

Suspiro y quito su mano de mi rostro. —Quiero ir a casa.

Me observa con intensidad, con los ojos grandes y brillantes, no recuerdo haberlo visto con esa expresión antes y eso sólo logra alertarme, porque he contemplado esa misma cara en otras personas, en amigas, cuando me contaban lo mucho que amaban a sus esposos. Esa expresión era de alguien enamorado. —Lo haré, te llevaré a casa.

Veo cómo me deja sola para dirigirse a nuestros padres y les dice algo. Papá me mira y luego a Einar, para asentir con su cabeza.

Tomo el brazo de mi -ahora- prometido y caminamos a las afueras de la mansión despidiéndonos y recibiendo las felicitaciones de todos los hipócritas de aquella sala.

Antes de salir vislumbro el traje de mi amigo, está apartado en un rincón, con una copa en la mano, la cual al vernos salir la levanta a modo de despedida.

ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora