CAPÍTULO 43

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Me duele la cabeza de una manera increíble, mis ojos están tan hinchados que hasta me cuesta cerrarlos

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Me duele la cabeza de una manera increíble, mis ojos están tan hinchados que hasta me cuesta cerrarlos. No dormí en toda la noche, esperando a que entrara por la puerta y se quedase conmigo, pero no pasó. Luego de sentir esa extraña fuerza en el aire y el poco sonido que quedó luego, supe que habían creado un portal, que ya se habían marchado.

Entonces extrañé a mi familia, me llegó una añoranza de un abrazo de mi tía y de mi madre, así que pensé en hacer lo que era lo mejor para mí en este momento.

Volver con ella.

Estoy acostada en la cama con la ropa colocada, tomé el primer vestido que vi y me lo puse, pero ni siquiera tuve la decencia de desenredar mis cabellos.

¿Es normal sentirse tan vacía?

—Ya me enteré.

Doy un respingo en mi sitio al escuchar esa voz que tantas sonrisas me ha sacado a lo largo de mi vida. Como si fuese un resorte salto de la cama y quedo sentada en una posición poco femenina en el colchón.

Gerd me observa desde el marco de la puerta con los brazos cruzados y con lástima manchando sus ojos.

—¿Estás bien?

No alcanzo a decir nada porque las emocionan nuevamente me inundan, mi rostro se arruga y me largo a llorar metiendo mi cara entre las manos para evitar que me vea en ese estado, aunque es obvio.

—Ay, Lena. Lo siento mucho.

Siento sus brazos desde la derecha, mas otra presencia me pone alerta por lo que saco las manos de mi vista y veo al intruso número dos. Nac es quién me abraza, Gerd está a mi lado izquierdo.

Me dejo mimar por ambos, Nac acaricia mi espalda y cabello, mientras que Gerd limpia mis lágrimas y hace cariños a mis manos.

—Me ha dejado. —Comento hipando. —No sé cuándo volverá, entiendo que se haya ido, su hermano peligraba, pero me dejó sola. ¿Y si le pasa algo? —Me acurruco aún más en los brazos del ángel quien me recibe con gusto, siento en su pecho que su corazón aumento los bombeos cuando reaccionó a mis palabras. —¿Por qué siento que esto está mal? ¿Qué se ha ido para siempre?

Lloro por varios minutos, siendo consolada por ambos que me decían palabras tranquilizadoras.

—Debo volver a casa, Danna no se ha sentido muy bien hoy en la madrugada, ha vomitado incluso lo que aún no come y eso me pone un poco nervioso, aunque sé que es normal. —Toma mi barbilla y deja una caricia fraternal en la mejilla, termina con un beso cariñoso en la frente. —Volveré a verte pronto, ven a comer, y si no vas vendré por ti y te llevaré de una oreja. Estás advertida.

Dice esto último lanzándome una mirada con ojos entrecerrados, una manera graciosa que tiene siempre que hace una amenaza.

Me quedo sola con el ángel, en silencio, que se termina transformando en un abismo de incomodidad.

ASMODEUS: Las Cadenas del Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora