Capítulo 19

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Micaela

Me cerro la puta boca con un beso y es lo mejor que pudo hacer porque a esta hora suelo decir más estupideces de lo normal. Una de sus manos se dirige a mi cintura y con la otra acaricia mi mejilla, me tiene aprisionada entre ella y la barra de la cocina, y eso me tiene completamente extasiada.

-¿quieres quedarte esta noche conmigo? –pregunta de pronto, el miedo me invade porque no sé sinceramente que decir –no vamos a hacer nada,  te lo prometo –dice cuando se percata de mi cara de pánico -pero creo que no hay mejor manera en saber si hay química o no. Si sobrevivimos a esta noche, ¿a qué podemos temerle?

A todo.

A que nos terminemos haciendo daño.

A que nada de esto salga bien.

Pero es solo una noche, además el clima esta como para cucharear y que mejor que hacerlo con la chica que me gusta.

Micaela, la puta madre que te parió, ¡podes arriesgarte al menos una vez en tu vida!

-me quedo con vos. –digo al fin. Ella me sonríe y me toma de la mano. Caminamos hacia su habitación, cuando entramos realmente me quedo asombrada de la cantidad de funkos que tiene en su habitación. – che ¿no te da como miedo que estos funkos cobren vida y quieran no sé, asesinarte? –ella ríe.

-no, nunca se me había pasado por la cabeza.

-ay ya sé, que boluda que soy. –vuelve a reír,  se comienza a sacar los zapatos y a cambiarse la ropa para ponerse el pijama. –si queres me salgo, no hay problema.

Me sonríe.

-estas muy nerviosa –saca de un cajón una camisa con dibujitos de muñequitos y una pantalón tipo deportivo. –me cambio en el baño.-avisa. Me siento en la cama.  Yo por dicha ya me había puesto el pijama y lavado los dientes. Aunque no me habría molestado si ella me prestase algo suyo, que tenga su aroma.

Sale del baño y creo que acabo de descubrir a mi Elisa favorita. Es que no puedo creer que una mujer se vea tan bella con un simple pijama.

-¿Qué pasa? –pregunta frente a mí.

-estas muy hermosa –digo.

-¿aún con mi pijama de Lego Batman?

-nadie la luciría mejor que vos  -se sienta junto a mí.

-vas a hacer que me sonroje –termina de subirse a la cama y se mete debajo de las sabanas dejando libre un espacio para mí. –todavía estas a tiempo de salir corriendo.

No digo nada. Me meto junto a ella debajo de las sabanas. Estoy segura que si empiezo a pensar las cosas si salga corriendo, pero no quiero, así que es mejor que no piense en nada.

-¿te jode si te abrazo? –a quien quiero engañar, me encantan este tipo de cosas, me hago la dura pero la verdad soy muy blandita por dentro.

-para nada –me da la espalda y se acerca un poco más a mí, yo la rodeo con mi brazo y me acomodo mejor.

-buenas noches Elisa. –digo susurrando y le doy un beso en el cuello.

-buenas noches Micaela –contesta, busca mi mano y entrelaza nuestros dedos.

No había notado cuan cansada estaba, pero casi al instante me quede dormida.

Sentía mucha paz y comodidad.

Aunque esto probablemente tenga fecha de caducidad.

***


Me despierto totalmente desorientada, en un primer instante no tenía idea de donde estaba, pero al ver el montón de funkos frente a mí me hizo reaccionar. Busco a mi lado pero ella ya no estaba. Seguro esta arrepentidísima de haber pasado la noche conmigo, maldita sea seguro me moví toda la noche y ni siquiera la deje dormir, seguro solo le deje la opción de irse a otra habitación, tal vez la de su vieja, o en alguna de sus hermanos. 

¡Qué vergüenza!

¿Y ahora como carajos salgo de aquí?

Me levanto de la cama y voy hacia el baño, me lavo la cara, busco  una toalla pero no veo ninguna a simple vista, no me queda más remedio que secarme con mi propia camisa.

Tomo mi celular y veo la hora. Son la 9.37 am, LAS 9:37 AM. La concha de mi hermana ¿tanto dormí?, hoy tengo llamado a las 12 del mediodía. ¿Cómo voy a dormir tanto en una cama que ni siquiera es la mía?

Salgo de la habitación y bajo por las escaleras, un olor a comida hace rugir mi estómago. Recuerdo que no cene nada anoche, de milagro no me levante con resaca, aunque para ser sincera solo alcance a tomarme dos birras en el boliche. Además el olor es extremadamente rico.

Si es la madre de Elisa desde ya puedo morirme de la vergüenza.

Me detengo unos segundos al final de la escalera para pensar que digo a la persona que sea quien este cocinando.

¿Qué vine por un cargador de celular?

¿Por auriculares?

Joder.

Me armo de valor y entro a la cocina. Respiro aliviada al ver que solo es Elisa cocinando. Igual siento vergüenza, <<estúpida>> me insulto << ¿Cómo vas a dormir tanto?>>

En mi defensa ya era muy de madrugada cuando me dormí.

-buenos días –digo.

-hola, estaba por ir a despertarte, aunque no estaba segura en hacerlo. El desayuno está casi listo. Desde ya te digo que no sé cocinar grandes banquetes pero si me defiendo con el desayuno –saca dos platos de las gavetas de arriba. -¿o no quieres desayunar?

-si claro, la verdad no me lo esperaba –ella empieza a servir -¿Por qué no estabas segura en ir a despertarme?

-porque hay algunas personas que se ponen de mal humor cuando las despiertan y cosas así.

-pará –me río –tampoco soy un ogro. Igual era tu cuarto bien podías ir y sacarme a escobazos.

-bueno yo tampoco soy un ogro –ríe –espero te guste.

-¿tiene picante?

-un poco.

-pará, ¿cuánto es poco?, porque para un mexicano poco es nada, pero para un argentino ni te digo. –ambas reímos.

-te prometo que no es mucho.

-voy a confiar en vos.

-en esto y en todo.

-en esto y en todo. –Repito automáticamente.
 

Sempiterno [Rewrite The Stars] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora