En la soledad

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No creyó que le preguntaría eso por lo que su pulso se aceleró y sus mejillas se tornaron rojas.

- No.... no sé - Admitió Jennie.

- ¿Por qué me sonríes? - Volvió a repetir.

- Quizá porque me gusta tu gato - Aprovechó para mirarlo.

- ¿Y eso que tiene qué ver conmigo? - Le preguntó Lisa.

- Deja de preguntarme - De repente todo comenzaba acalorarse, tal vez los nervios.

- No - Sonrío traviesa Lisa al ver sus mejillas sonrojadas. - ¿E-En.... en verdad te gusta mi hermano? - Le susurró.

- ¿Qué? - Jennie no había escuchado bien pero estaba segura que escuchó algo de "hermano".

- Qué si... ¿En verdad te gusta mi gato? - Corregía mientras le daba un tierno beso a Leo, claro, que más le gustaría dárselo a Jennie, pero no podía.

- Mmmm..... sí - Confesó Jennie. - Es lindo -

- Bueno, ahora... ¿Qué haces en mi cocina? - Tenía que seguir insistiendo.

- Vine por esto... - Jennie levantaba su soda en lata. - Ah, y también porque se escuchó que algo se cayó, pero era tu gato -

- Se supone que..... que no hay, Kai fue a eso - La miró confundida.

- Y no hay, esta era la última - Contó Jennie.

- ¿Por qué estás hablándome? - Para su sorpresa, preguntó.

- Creo que.... - Intentaba buscar una excusa buena. - Deberíamos llevar la fiesta en paz -

- ¿Cual fiesta?, no te creo, ¿Quieres algo de mi cocina? Si quieres algo solo tómalo, no tienes que sobornarme que termino no creyéndote - Lisa en verdad no le creía.

- Te digo la verdad - Exhaló Jennie.

- Pues no te creo, seguro lo haces para quedar bien con mi hermano -

- En serio - Seguía insistiendo. - No me creas no es mi problema -

- No mi crias ni is mi priblimi - Se burlaba Lisa.

- ¡Oye! - Le reprochó Jennie. - Te estoy diciendo la verdad, deja de hacer eso -

- Mientes con todos tus dientes - Sabía que detestaba cuando se molestaba, pero era divertido hacerlo.

- No, no - Comenzaba a exasperarse, así que para tranquilizarse mejor acarició a Leo que seguía en los brazos de su dueña.

- Puedo oler tu mentira - A Lisa le estaba encantado la cara que hacía.

- Agh, ya cállate, Lalisa solo.... ¡Auch! - Se quejó al sentir una leve mordida en su mano.

- ¡No, Leo! - Lo regañó mientras lo soltaba, éste salió huyendo inmediatamente. Y observó la mano de Jennie quien estaba rojiza. - Lo..... lo siento. Lo qué pasa es que se enoja cuando molestan a su dueña - Dijo divertida.

- No es cierto - Sonrío por tan tonta excusa.

- No, es en serio. Grítame y verás que te rasguñará esta vez - Lisa decía la verdad.

- Que buen gato, protege muy bien - Lo admiraba, de verdad.

- Entonces...... ¿te sigue agradando Leo? - Le preguntó Lisa.

- Sí, aún más...... él tiene vacunas, ¿cierto? - Lisa asintió rápidamente. - Me sacó sangre -

- Mmmm... - Se rascó el cuello sin saber qué hacer, pero recordó donde estaba el botiquín de "primeros auxilios" que siempre guardaba su madre y salió en busca de el, dejándola sin entender por qué salió corriendo. - Fui..... fui por esto - Lo señaló. - Lávate aquí - La vio hacer caso, y se entretuvo de verla. - Pasó dos, ahora siéntate aquí - Señaló una silla del comedor mientras la veía obedecer. - Paso tres - Sacaba un sobrecito de agua oxigenada y un algodón. - Sacar esto. Pasó cuatro, no llorar - Comenzaba a untarle mientras Jennie reía. - Te dije que no lloraras - Bromeó.

Nos seguimos odiando ¿verdad? // JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora