La necesidad de tenerla

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- Lice, ya - Acarició su cabello con cariño. - Cuéntame qué te pasa -

- No sé hablar - Enterró su rostro en la almohada.

- Claro - Giró los ojos.

- No..... no quiero hablar con nadie, mamá - Se cubrió con sus sábanas por completo y su madre exhausta tuvo que entender su espacio y dejarla. De nuevo.

Cuando ya no queda nada, solo la mente te atrapa, solo el recuerdo te gasta. Te duele todo y no gritas, respiras sin aire, caminas y no avanzas. Esperas que el cielo aparezca, y solo hay nubes, todo es gris. Así se sentía Lisa, todos los días.

Exactamente dos días, dos tristes días con catorce horas un minuto y cincuenta segundos habían pasado desde que vio a Jennie llorar.
Quiso alejarse, no sabía por qué pero huía.
Quería tan solo irse y fingir que no le importaba, pero por lo visto a Jennie era la que no le importaba, bueno, para los pensamientos de Lisa. Aun tenía esperanza que alguien tocara su puerta y que casualmente fuera Jennie diciéndole "te amo"
Pero cuando recordaba esas palabras lo único que se le venía a la mente era confusión, sin saber realmente si ella la amaba tanto como ella lo hacía, como para no engañarla.

Jamás se había sentido tan cansada en su vida por tan solo llorar.
¿Llorar? ¡Jah! ¿Esa práctica en qué te ayudaba?

En deshidratarte, tal vez. O quizás la respuesta sería más clara que las lágrimas de Lisa; Recodar lo estúpida que eres, Lalisa. Pensaba. Aunque no, llorar solo le servía para recordar la mentira que estaba frente a ella todos los días y no se daba cuenta.

Se sentía bien huir de lo desconocido, porque ella jamás había sentido esa sensación tan horripilante en su corazón. Cometía la gran estupidez de ponerse a pensar y no poder olvidar, porque era lo único que quería hacer, no pensar, olvidar.

No quería verla porque su pecho se estrujaba en un dolor fuerte. ¿Cómo Jennie la persona que más amaba le mentía? ¿Y por tanto tiempo? ¿Por todo ese tiempo había tenido la cara estúpida?
Sinceramente Lisa no lo entendía. Y como jamás había sentido esa sensación tan extraña que dolía sin causa más que por la mentira, lo único que hizo fue huir, porque no la conocía, no lo sabía, siquiera sabía exactamente cómo definir lo que sentía. Era impotencia, enojo, dolor, decepción, todo, sentía de todo sin entender nada.

Y lo único que sabía hacer era llorar. Después de aquel día; Lisa había salido disparada de la casa de Rosé con lágrimas en los ojos, cuando por fin pudo llegar a su casa lo único que hizo fue irse corriendo hacia su habitación, se había encontrado con su hermano en las escaleras bajando mientras comía un trozo de chocolate, pero su expresión solo había sido de "¿Que?"
Vió a su hermana con los ojos tristes y llorosos, pero no hizo nada, aunque en el fondo sí lo sintió, le dolió verla así a pesar de todo. Solo no pudo formular nada, se sorprendió, en cambio no hizo nada más que buscar a su madre para que ayudara a Lisa, pero ésta no se encontraba, tampoco su padre y pensó que quizás se habían ido a la empresa para arreglar algunas cosas, ya que muy pronto se volverían a ir a Tailandia, junto con él. Ese fue su pensamiento y lo afirmó cuando en la noche sus padres llegaron.

Pero en ese transcurso de tiempo Lisa lo único que había hecho era tirarse en el borde de su cama a llorar con su cara enterrada en sus brazos. ¡Pero había logrado algo! Felicitaciones, había al menos podido hacer otra cosa; meterse bajo las cobijas hasta llorar y quedarse dormida. Ya era un avance, porque durante ese día había dormido, que era lo que necesitaba, cerrar los ojos, y ver nada, era lo que quería, estar en la nada.

Lo logró por unas horas, pero al despertar se había sentido tonta, se levantó y volteó hacia su ventana y comprobó que la noche había llegado, después había ido a su espejo y sentarse en la pequeña sillita junto a una mesita que tenía enfrente de el, sus ojos se veían un tanto inflamados debido al llanto, había hecho una mueca al verse, ella casi no lloraba, comenzó a recordar lo que había pasado y lo primero que se le vino a la mente había sido el rostro de Jennie lleno de lágrimas. ¿Por qué lloraba? ¿Se suponía que todavía de que le mentía lloraba? ¿Tan descarada había sido todo este tiempo? Y sin querer, ya estaba derramando su llanto de nuevo. Ese día había sido pésimo, no había salido de su habitación a pesar de los constantes llamados que su madre y padre hacían, solo quiso volver a dormir o al menos intentarlo.

Nos seguimos odiando ¿verdad? // JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora