3.

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—¿Cómo se siente tener un celo?


Canadá tenía esa curiosidad desde hace tiempo, pero no se atrevió a preguntarlo hasta ese instante, cuando México hacía cuentas y marcaba en el calendario de su sala el día exacto.


—¿Pa' qué quieres saber, maplecito?

—Es que... siento que ustedes sufren —señaló el número rodeado por un círculo rojo—, porque su mirada pierde brillo.

—Sí duele un poco, pero es más como desesperación —hizo una mueca—. Porque nos duele la verga bien cabrón.

—Ah pues... —sus mejillas enrojecieron— es como... cuando... no puedo venirme.

—Me encanta la carita que haces cuando eso pasa —sonrió divertido—. Es más... Como que se me antojó verte así de nuevo.

—¡No! —Canadá retrocedió sintiendo un escalofrío recorrer su vientre—. Eso... Eso duele...

—Yo sé que te gusta, maplecito —se acercó despacio, disfrutando de los labios temblorosos de su canadiense—. Al igual que te gusta que anude dentro de ti.

—¡No es así! —retrocedió, pero se halló impedido por la pared.

—Cómo no... Si sueltas un largo gemido y cierras tus ojos para...

—¡Mexique! —estaba avergonzado.

—Es lo mismo cuando no te dejo venirte —susurró cerca de esos labios—. ¿Quieres que te lo demuestre?

—No lo disfruto —negó a pesar de que estaba mintiendo—. Soy un beta y...

—Maplecito... conmigo no debes fingir que no te prende un chingo el dolor —le acarició la mejilla—. Así te amo.

Dulzura [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora