—¿Mexique? —lo miró con sorpresa.
—Mi vida.
Pero Canadá cerró la puerta con tanta fuerza que hasta Francia se asustó y fue a ver lo que sucedía. Porque no se iba a perder el drama. Aunque fue difícil no reírse al ver que Canadá intentaba bloquear la puerta con su propio cuerpo.
—¿Qué sucede cariño?
—Él está afuera —susurró lo suficientemente alto.
—¿Quién? —se hizo la desentendida.
—Mexique.
—¡Maple! ¡Pégame, pero no me ignores! —golpeó la puerta sin desesperarse—. ¡Déjame hablarte, mi vida! ¡Si quieres me pongo de rodillas!
—¿Qué hago? —dijo desesperado.
—No sé —Francia sonrió—, es tu... ex...
—¡Mamá!
—Haz lo que diga tu corazón.
—No sé... ¿Lo beso?
—¿Qué? ¡No! —rio divertida—. Recuerda lo que te dije.
—Ah, eso —Canadá suspiró antes de pegarse más a la puerta—, no puedo.
—¡Maplecito! Si me escuchas... solo tengo que decirte algo —suspiró—. ¡Te amo un chingo! ¡Más que a mis taquitos, we!
Francia no pudo soportar su risa, pero tuvo que cubrirse los labios para que no fuera un escándalo. Canadá era otra cosa, estaba tan indeciso que no sabía si reírse o enojarse.
—Te amo más que a mí mismo, por eso me dolía verte herido —golpeó su cabeza contra la puerta—. Soy bien pendejo, lo sabes, pero nunca quise... hacerte daño.
Nada.
Silencio.
—¡Maple! ¡Me gusta tu olor a miel! ¡Me gustan tus ojitos hermosos que brillan con la luz! ¡Me gusta que murmures en francés cuando duermes! ¡Me gusta que cortes madera con tu hacha en las mañanas! ... ¡Me gusta más si lo haces sin camisa! ¡Maplecito! —suplicó recostándose contra la puerta—. Maple... sé que estás detrás de la puerta.
—Mamá, ayúdame —pero Francia negó.
—¡Ábreme, wey! ... Quiero pedirte perdón sin que los vecinos se enteren. Qué oso que me miren como un loco mientras grito que te amo. ¡Maple!
Canadá siguió sin decir nada, Francia sintió una ternura rara al escuchar todo eso, USA y los demás estaban riéndose en la línea porque Francia les llamó para que escucharan el lio por teléfono en altavoz. Y los vecinos sí se asomaron al pasillo.
—Como te decía —murmuró México mientras trataba de recordar—. Ah sí —tomó aire—. JE T'AIME —gritó a todo pulmón.
—¡Mexique, ya! —Canadá no pudo evitar sonrojarse.
—Y si no me abres, me va a caer la ley porque tu vecina, la viejita, ya llamó a la police.
Canadá rio, y recordó que, si algo le gustaba de México, era su falta de seriedad incluso en los momentos más serios. Estaba de verdad muy loco, pero, ¿no era eso bueno?
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Dulzura [México x Canadá]
Fiksi PenggemarConjunto de drabbles CanMex con temática omegaverse.