—Está en terapia.
—Y lo dices así, nada más, pinche gringo.
México pensaba que no fue tan buena idea preguntarle a USA sobre Canadá, porque el pendejo ese parecía tan tranquilo ante una situación totalmente seria.
—Es tu hermana, cabrón. Sé más emotivo al menos.
—La prefiero en terapia antes que suspirando por toda la casa debido a la culpa, así que estoy tranquilo —hizo una mueca—. Y te conviene.
—¿Cómo que me conviene?
—Si el terapista hace bien su trabajo, Canadá se perdonará a sí misma y tal vez te busque.
—Wow.
México miró sin creerse que USA dijera eso, porque no tenían una buena relación y hasta antes del incidente, el gringo era muy sobreprotector con Canadá.
—¿Qué te panzó?
—Lo itenté —apretó los labios—. Lo intento, pero ¡contigo no se puede, frijolero! —apretó los puños—. Estoy tratando de... ¡Agh! —se cubrió el rostro—. Te odio, pero me interesa la salud mental de mi bebé Canadá, así que estaba intentando tolerarte, pero sales con un comentario así ¡y...!
USA detuvo sus palabras al sentir su celular vibrar. Hizo algunas señas y suspiró. Iba a calmarse, no podía ir con Canadá así de alterado.
—Tienes suerte de que le gustes a mi hermana.
—¿Le gusto? —miró esperanzado al de rayitas.
—Y si no la tratas bien cuando todo esto se solucione, te juro que voy a hacerte trizas.
—Pérate... —jadeó antes de sujetarse el rostro—. ¿Me estás diciendo que ya me aceptaste de cuñado? —rio por lo bajo.
—¡Yo no quise! —medio gritó al aire—. Todo es por Canadá —se habló a sí mismo y respiró profundo—. My sweetie, My loved sweetie. Necesita estar tranquila.
—Wey, ¿te puedo hacer una pregunta, así medio... indiscreta?
—No.
—Canadá... tiene algún problema con eso de sus celos... ¿o solo se siente culpable?
—Pregúntale a ella.
—Pero si ni puedo verla.
—Para eso existe el maldito celular, ¡damn! —bufó
—No mames... Si'cierto.
—Todo lo que hago es por Canadá —volvió a repetirse—. Solo la quiero ver feliz —sacó su propio celular—. Te envié el número... porque estoy seguro que no lo tienes. Y si my baby pregunta, te lo dio otra persona.
Chasqueó sus dedos frente al rostro de México, chistó, y se fue.