—Yo no quiero que mientas con algo tan delicado como esto.
La garganta de Canadá se cerraba porque estaba a punto de llorar.
—No estoy mintiendo —lo miró con tristeza.
—Mexique... —casi sonó a súplica.
—Tendré un hijo con tu hermano.
Canadá apretó los dientes... Le dolía tanto... Tanto... Jamás se esperó eso.
—Bien... —ahogó un sollozo y miró al techo para que sus lágrimas no cayeran—. Solo... Vete y hazte cargo.
—Maple... Lo siento.
—Yo puedo solo con lo mío... —se alejó y caminó hacia la cocina, porque no quería mirarlo—. Solo... ve con Zely y cuida de él... —se sostuvo del marco de la puerta porque se sintió mareado—. Es su primer hijo y necesita toda la ayuda posible...
—Mi vida...
—Y por favor... —sollozó— no me llames nunca más.
Nada dolía más que la traición... Pero se podía superar...