Era la alfa quien daría el primer paso, tal vez, aunque a México dejó de importarle desde el mismo momento en que aquella salvaje güerita le robó un beso en medio del salvajismo de un celo. Tampoco le importó pedirle una cita cuando no era conveniente, el soportar que Canadá huyera, y que al final le confesara sus sentimientos, tan fácil como decir "hola".
—Tal vez bebí más de la cuenta —enrojeció por completo al darse cuenta de lo que dijo.
—Entonces bebe más, y dime que me amas.
—Yo no diría algo así —se cubrió los labios con sus dedos para evitar soltar una risita.
—Bueno, al menos dijiste que te gusto —sonrió como un pendejo, porque así se sentía.
—Tal vez era hora de decirlo, y quitarme ese peso de encima.
—Dime más —ya ni le importaba su bebida, solo quería mirar a Canadá.
—Creo que necesito otra copa —jadeó con nerviosismo.
Pidió una botella, pidió también un poco de juicio porque así no deberían ser las cosas, porque lo imaginó de otra forma, pero en ese punto ya no quería detenerse porque si lo pensaba demasiado, volvería a tener miedo de ella misma, del futuro, de su casta y del mundo.
—¿Desde cuándo te gusto?
—No lo sé.
—¿Seguro no me amas? —México no estaba ebrio, pero fingió que sí, solo para acercarse más a Canadá y disfrutar de ese aroma entremezclado de bosque y miel.
—Para amarte, al menos debería conocerte más a fondo.
—Si quieres me quito la camisa.
—No —rio divertida por el comentario.
—Entonces ¿qué me quieres quitar?
—Me refería a que... para amar a alguien, debes amarlo completo... y para eso, necesito ver tus buenos momentos y los malos también.
—¿Me propones matrimonio?
—¿Qué?
—Por fa... es que dices cosas bien bonitas —suspiró—. No puedo imaginar lo que me dirás cuando te cases conmigo.
—Mexique —rio, el licor le alejó todo rastro de vergüenza—, hablo en serio.
—¡Yo también!
—Quiero conocerte más, es todo por ahora.
—Morra —susurró antes de elevar sus manos para tocarle el rostro—, tú solo dime cuando y ahí estaré.
—Creo que necesito otra copa.
—Canadá —susurró acercándose a ese rostro—, ¿qué te parece conocer primero mis labios?
—Me encantaría —alejó esas manos de su rostro—, pero no ahora.
—¿Por qué?
—Porque bebimos... y no me aprovecharía de eso... jamás.
México sintió una ternura casi salvaje al escuchar eso de alguien como Canadá, por eso no pudo evitar abrazarla, acomodar su rostro en ese cuello, suspirar y embriagarse de ese perfume, renegar por la negativa a un deseado beso, y después reírse... porque Canadá empezó a hipar, y no pudo detenerse.
Fue la mejor manera de terminar esa noche, y fue mejor cuando se quedaron dormidos en su sala, porque hasta allí los llevó el cansancio y el mareo por alcohol.
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Dulzura [México x Canadá]
FanfictionConjunto de drabbles CanMex con temática omegaverse.