38.

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Despampanante, hermosa, segura, así era la hermana mayor de esa familia, así era USA...

Y luego estaba Canadá.

USA gustaba de exhibir su figura en la playa, incluso si tenía un poquito de barriga y leves marquitas de su antiguo peso, no le daba pena portar un bikini y jugar por todos lados....

Ah...

Canadá la envidiaba, porque deseaba tener esa seguridad.

Ella no podía hacer aquello.

Así fuera en la playa, usaba una sudadera y unas bermudas para ocultar su cuerpo. Y en esa ocasión no podía ser diferente... ¿o sí?


—Vamos, florecita, tu hermana ya está armando desmadre y tú ni estás lista.

—Ya... Ya lo estoy.


Sintió la mirada de México en ella y solo pudo apretar los labios, sujetarse el pecho y esperar.


—Florecita, ¿tienes la piel sensible?

—Sí.

—No hay problema. Te ayudo con el protector solar pa' que te quites eso y me dejes ver el lindo traje de baño que seguro te pusiste.

—Ah, no —Canadá no sabía cómo explicarlo— es que... Yo...

—¿Qué pasa?

—No es nada. Así estoy bien.

—Florecita... ¿acaso no te gusta la playa?

—No mucho —mintió un poco, porque en realidad le era indiferente.

—¿O es algo más?


Pero Canadá no pudo responder, solo miraba al suelo y suspiraba. Por eso no frecuentaba la playa muy seguido, pero se dejó convencer en esa ocasión, porque vio a México muy animado con el plan.


—¿Me dejas ver?


Percibió el suave aroma de su novio envolverla, y lo dejó acercarse, porque no podía darle contra a México. Y por eso, dejó que esas manos abrieran su sudadera.


—Mira no más el desperdicio —sonrió—. Mira no más que linda eres y no te dejas ver.

—¿Qué dices? —rió ante esas palabras.

—Mira no más tus pechos redonditos —suspiró—, se ven tan bonitos con tu traje rosadito.

—No me voy a quitar la...

—Y esa piel pecosa —se acercó para abrazarla por la cintura—. Eres tan bonita, ¿por qué tanto miedo entonces?

—No soy bonita —le acarició el cabello.

—Eres la alfa más hermosa que existe.

—Mexique... No puedo... No quiero...

—¿Entonces pa' que te pusiste el traje de baño?

—No sé.

—¿Para modelármelo? —rió bajito mientras se acomodaba en esos pechos—. Tengo un alfa bien atrevida.

—Mexique —sintió esas manos en su cintura y un besito en medio de sus pechos—, sabes que no es eso.

—Sí no quieres salir, me quedo contigo.

—Ve a divertirte, Mexique.

—Me puedo divertir aquí también.

—Mexique —enrojeció—, tu mano está muy abajo.

—Es que quiero ver la parte de abajo de tu traje.

—No hagas eso —rio bajito—. Sabes lo que pasará si me animo un poco.

—Por mí —deslizó su mano hasta las piernas de Canadá—, no hay problema.

—USA vendrá —susurró apartando esas manos.

—Ahora soy yo el que está animado —se quejó—. A la verga. Regresemos al hotel.


Canadá sólo negó. Porque no le privaría a su novio de divertirse en la playa. Pero aún necesitaba tiempo y apoyo para ganar valor y mostrar su cuerpo sin miedo. Así que sólo se abrió la sudadera, tomó la mano de México y respiró profundo antes de darle frente al mundo.


—Qué bien que salieron... No iba a poder detener a USA mucho más.


Porque Canadá tenía razón, su hermana estuvo a punto de tirar la puerta de los vestidores y armar un escándalo, todo para protegerla.

Pero no era necesario, porque México era su salvavidas y no su perdición.

Dulzura [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora