Sus pechos no eran grandes, pero tampoco eran pequeños.USA solía decir que UK les heredó sus buenas dotes familiares y Francia decía estar orgulloso de eso. Pero demasiado especiales no eran.
Entonces... ¿Por qué?
No lo entendía. Sus pechos eran bastante normales, comunes, de talla normal, nada especiales, excepto por el lunar que marcaba la mitad de su seno derecho.
Pero a México le gustaban.
Solía acurrucarse en su pecho, pegar la mejilla sobre uno de ellos, los acariciaba cada que podía, los miraba, los besaba, apretaba y mordía. Al inicio le daba mucha vergüenza, incluso intimar fue un poco difícil, pero ahora le era tan normal que le gustaba.
—Florecita... ¿Desde cuándo no usas sostén?
—Hum... No lo sé —se encogió de hombros—, pero así es más fácil, ¿no?
—¿Fácil?
—Antes luchabas por quitarme el sostén —sonrió.
—¿Lo hiciste por mí?
—¿Tiene algo de malo?
—No... Hasta me siento afortunado —suspiró acercándose para acurrucarse en el pecho de su novia—. Me encanta.
—Sólo... No los aprietes demasiado... Se siente raro.