4- Fortuna

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Los pulmones le ardían para cuando consiguió salir de la academia. Por mucho, aún serían las 7:00 y el sol se había empezado a ocultar.

Había mirado todo el camino a casa hacia su espalda, con una extraña sensación de alguien siguiéndola.

Cuando logró meter la llave en la cerradura de su casa y una vez sentada en el bordillo del escalón de dentro, se desplomó en el suelo con un sonoro suspiro.
¿Por qué todo estaba siendo tan complicado?
Había creído que el cambiar de escuela sería el punto en donde podría recuperar su vida, o al menos, traerle un poco de estabilidad.

Quizás, las cosas en los últimos años fueran en su mayoría malas, pero esperaba poder cambiarlo con este nuevo inicio.

—¿Keiji?
Miró hacia la voz de su madre aún tirada en el piso. La mujer de oscuros cabellos se rió de la escena en la que su siempre recatada y tranquila hija tendía sus brazos hacia los lados conservando solo un zapato.

—¿Ha ido todo bien? ¿Vienes del club no? ¿Te han rechazado?
Preguntó preocupada y con prisa por saber la respuesta. La muchacha se enderezó, terminando de sacarse la zapatilla restante.
—No... Digo, las cosas van ¿Normal? — Se tomó las rodillas —El club tiene muy buenas jugadoras. Me han dejado colocar algunas veces.
Su madre se puso en cuclillas, sonriéndole con calidez. Mucho más tranquila.

—¿Entonces que es lo que pasa?— Preguntó peinándole un poco el pelo.
Akaashi se mantuvo callada, no sabía como explicar la situación o el como se estaba sintiendo. No había logrado hacer ni un solo amigo en clase aún y no sentía que le agradara a los otros miembros del club.

La mujer notó bel silencio extendiéndose, optando por darle su espacio.
—Ve a cambiarte y baja para que me cuentes como ha ido el día mientras término de hacer la cena.
Ofreció una sonrisa cálida a la que la pelinegra no prestó mucha importancia.
Asintió sin ganas, un semblante triste en su cara.

—Sabes cariño— Le levantó el mentón con cuidado —No todos tienen la facilidad para hacer amigos en sus primeras semanas de clases. Tienes todo el tiempo que necesites para eso.

La expresión no cambió mucho, ese era el problema entonces.
—Kimchi ha estado un poco inquieto desde que te has ido. ¿Qué tal si le echas un vistazo?
La mueca esta vez cambio al mencionar el nombre del animal que Akaashi tanto quería.
—¿Ha hecho destrozos otras vez?
Su madre recordó el jarrón roto y el ataque a sus cortinas, deseando que de alguna forma, solo fuera parte de su imaginación.
—Es un poco travieso. Está en el baño del pasillo.
La chica se puso en pie, lamentando que su gato fuera una maquina de destrucción de 30 centímetros.
Dejó sus zapatos y fue a la planta de arriba a liberar de su prisión temporal a su pequeño delincuente.

Su madre solo la vio subir las escaleras, reconociendo aquel como uno de los pocos momentos en los que Keiji en verdad parecía tener su edad, preocupándose por cosas por las que una chica de 16 años pasaba. Lamentaba que no siempre fuera así, con la expresión seria y madura con la que pasaba el día.
Deseaba con todo su ser que la nueva escuela lograra rescatar un poco de vivés en ella.

******

Por la mañana, mientras Akaashi se encaminaba tranquilamente a su aula.
Había tenido una noche tranquila después de hablar con su madre y se había levantado más positiva esa mañana.

Algo le auguraba por dentro que las cosas iban a ir a mejor. La voz en su cabeza y el horóscopo que su madre le había mostrado durante el desayuno.
No era una chica que creyera en esas cosas, pero después de haber escuchado que para los nacidos bajo el signo de sagitario, habrían sorpresas positivas en el futuro cercano.

Sabía que de ninguna manera eso era un hecho científico, pero lo que si podía tomar como real, era que su actitud hacia las cosas podría intervenir en que éstas mejoraran.

Con esa mentalidad, se acercó hasta su edificio, con la mirada iluminada y la promesa de lograr llevar mejor sus relaciones sociales.
Casi podía sentirse flotar mientras ensayaba mentalmente un diálogo improvisado de sí misma hablándole a sus compañeras de clase. Quizá alguien tendría una duda con los problemas de química y ella podía prestarse para auxiliarlo.
Alzó la vista hacia las escaleras que la llevarían a su aula, perdiendo cada uno de sus pensamientos positivos cuando divisó a lo lejos a la misma chica albina de la práctica de vólley, recargada contra el muro de las escaleras que llevaban a los salones de primer año.

No tenía muchas opciones, ya que para subir a su piso, sería necesario pasar por el lado de esa chica que parecía buscar con la mirada a alguien.
Mordió el interior de sus mejillas, intentando no resaltar de entre los otros chicos, apegándose al grupo más cercano para perderse entre estos.
Probablemente ni siquiera la estaba buscando a ella, quizá solo tenía un hermano menor o un primo al que estaba esperando, al fin, ella no era el centro del mundo y ni siquiera se habían hablado en toda la práctica del día anterior.

Entre más se acercaba, más pensamientos la abrumaban. Había olvidado que esa chica era su superior, sería descortés de su parte pasar sin más por su lado haciendo como que no la conocía.
Ahora que lo pensaba, debía saludarla. ¿Pero cuál era su nombre?
Entró nuevamente en pánico.
Estaba segura que la había escuchado presentarse en la práctica como todas las demás, pero con tantos nombres, no podía recordarlo.
¿Buko? ¿Guto? Esos ni siquiera eran nombres.
Su mente podría volverse tan simple con esas cosas. Sabía la tabla periódica con todos sus elementos y números atómicos, pero no podía recordar un nombre de tres silabas.
Recordaba que estaba en segundo año y era titular de su posición en el equipo, pero no cual era su apellido.

Sus miradas se cruzaron y la chica le sonrió con cierto sonrojo en la cara.
—¡Hey! ¿Tú eres la aspirante del club verdad?— Dijo a modo de saludo y unió sus índices con algo de pena —Mmm... No soy buena con los nombres, pero ¿Akaashi?
Preguntó, pronunciando la "a" con énfasis
—De hecho, es sin forzar tanto la "a".
Repuso la otra, callándose a sí misma mentalmente por haber corregido a su senpai.

—Oh, es Akaashi entonces — Dijo pronunciando exactamente igual a la primera vez —¡Soy Bokuto Kôtarô! Soy atacante lateral en el equipo de vólley. Ayer estuvimos juntas en la práctica.

La pelinegra hizo una pequeña reverencia entonces, avergonzada de haberse saltado todos los protocolos de presentación con su compañera de segundo.
—Disculpeme, Bokuto senpai. No la he reconocido de primera vista.
La albina trastabilló ante la acción, y cuando esta volvió a dirigirse a ella, el disco duro en su cerebro dejó de funcionar.
¿De dónde había salido tan adorable ser? ¿Estaba bromeando con la reverencia? Pero lo que más le mareaba ¿Le acababa de llamar "senpai"?

Nunca le habían dicho de aquella manera. La mayoría de chicos creían que ella seguía en primer año y algunos dudaban que fuera en realidad mayor que ellos. Quizá era por su actitud "infantil", le habían dicho un par de veces sus propias compañeras, pero el orgullo creciente en su pecho con una simple palabra, ahora se sentía tan bien.

Salió de su ensoñación para continuar con lo que había ido a hacer a aquel lugar.
—Oh, cierto. He venido a disculparme por lo de ayer— Hizo una reverencia bastante más ruda que la de la menor —Siento si te hice sentir incómoda.

La castaña no entendía del todo que estaba pasando, pero al menos se alegraba de que en realidad no había sido una molestia para su compañera mayor.
—Permite que volvamos a empezar en la práctica de mañana— Pidió mientras se enderezaba nuevamente, rascando su mejilla —La realidad es que... Fuko me ha enviado bajo amenaza a buscarte para disculparme... ¡Pero de verdad lo siento! Solo que quiere que me asegure de que volverás al club y que no te he espantado.

Una risita nerviosa provino de la mayor. Akaashi no sabía que decir ante eso, pero se apresuró a explicar que no abandonaría el club por algo como eso.
—No tiene nada que preocuparse, Bokuto senpai. Me gusta el vólley y no tengo intensión de dejarlo por ahora.
La albina mostró una enorme sonrisa que fue interrumpida por la campana del inicio de clases.
—¡Eso es genial! Se lo diré a Fuko y Yuki— Le tomó ambas manos con entusiasmo —¡Te veré en la práctica entonces!

Comenzó a correr hacia las aulas de tercero, sin fijarse mucho en el camino mientras seguía agitando la mano en su dirección.
Ninguna constelación podría haberle advertido sobre ese raro encuentro.

Pero al menos, ir al club ya no sonaba tan aterrador.

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora