8-Solitaria

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Luego de intentar mantener una conversación decente en la recámara y fracasar rotundamente, al no encontrar un sitio limpio para sentarse, ambas chicas bajaron nuevamente a la primera planta. Akaashi sentía alivio al no continuar admirando tanto de la intimidad de la otra chica. Con sólo cinco minutos en su recamar, había descubierto lo mucho que podía decir la habitación de alguien sobre su dueño.

La barra americana que dividía la cocina de la sala era un lugar mucho más pulcro; Marfil despampanante, taburetes altos y la cocina mejor equipada que se podía encontrar en the Home depot.
-Mi papá vuelve del trabajo a las 6:00.
Mencionó con naturalidad la mayor, abriendo el frigorífico. Husmeó unos segundos y sacó una botella grande de gaseosa, cargándola contra la cadera mientras abría los cajones de la alacena y alcanzaba diferentes bolsas con frituras.

La castaña la observaba desde uno de los taburetes, no sabiendo realmente que hacer mas que seguir con la mirada la otra. Nunca había ido a cada de sus compañeros, no a pasar el rato. Casi siempre era por algún proyecto escolar o algún trabajo en equipo, aunque realmente, eran contadas esas ocasiones.

Su mamá había invitado a una infinidad de sus compañeros de clase a su casa para que trabajaran ahí, pero a Akaashi no le agradaba mucho aquello de todas formas, así que simplemente no insistía mucho en que trabajaran en su casa.

Con ese pensamiento repentino en mente, miró a su alrededor, notando por primera vez la ausencia ¿Dónde estaría la madre de la chica?
Desde que habían llegado no la había visto. Quizá estaría trabajando.

El sonido de bolsas siendo abiertas se dejó oír cuando Bokuto colocó todo lo que había recolectado de los estantes.
Dos vasos con hielo fueron puestos a continuación y esta vez, Akaashi ayudó a servirlos hasta la mitad.
-No recuerdo la última vez que alguien vino aquí.
Una sonrisa en su rostro
-Pondré algo en youtube.
Caminó hacia la sala. El concepto de espacio abierto que tenía la casa dejaba ver perfectamente el gran monitor hd que colgaba de la pared, el sistema de sonido era bastante bueno también, por lo que en cuanto la otra dejó correr un vídeo musical, la casa comenzó a tener un poco de vida.
-Mi mamá está escogiendo telas en la India hasta el próximo mes- Habló entre mordiscos a una bolsa de frituras la mayor, una expresión de placer mientras masticaba -Normalmente me acuesto en mi cuarto a ver tutoriales que nunca hago o busco alguna rutina nueva de ejercicio para hacer en el patio. ¡Oh, oh! Tengo un trampolín afuera, podemos jugar en el si quieres.
Habló tan rápido que por poco se ahoga. Estaba emocionada y no quería desperdiciar ni un solo segundo.
Bebió rápidamente de su vaso, dejando poco más de la mitad en el.
Akaashi fingió no tomarle mucha importancia a la increíble manera en que aquella chica podía conservar tan buena figura comiendo de la forma en la que lo hacía. Ella a penas podía comer sus adorados oni-giris una vez al mes o engordaría. Sin embargo, pensó en lo solitaria que podía ser la vida de Bokuto sin sus padres cerca.
¿Cómo sería tener tanto tiempo para sí misma? Quizá eso explicaba por que pasaba tiempo extra después de que el entrenamiento había finalizado.

Akaashi admiraba la resistencia física que la otra tenía en el vólley, pero nunca se había quedado con ella después de entrenar, aún cuando había visto como Fuko, Yuki y el resto del equipo rechazaban continuar después de la hora.
Después de todo, nadie tenía una vida perfecta... Quizá podría quedarse solo un poco la próxima vez.

Era una tarde algo incómoda pero entretenida, Bokuto le probó todos y cada uno de sus accesorios para el cabello toda la hora siguiente, alegando que la melena de Akaashi era algo increíble que lucía todo por sí solo, luego de que un tutorial apareciera en lo que estaban viendo mientras devoraban las chucherías.
La albina mencionó qué incluso, aunque su cabello fuera más corto, se vería genial.
La pelinegra miró sus puntas sin decir nada al respecto.

Sin darse cuenta, el reloj marcó más de las 6:00pm, y tal como había dicho la mayor, el sonido de un motor siendo apagado afuera hizo eco dentro de la casa.
Fue entonces que la morena conoció al padre de la más grande.
Aquel día podía seguirla sorprendiendo.
Cruzando la puerta de la entrada y con una sonrisa, el hombre que cargaba una caja con el dibujo de una pizza con grandes peperonies, les saludó a ambas.
Medía casi 1.90 y pesaba lo que un camión, a simple vista. No porque estuviera gordo, sino que su enorme corpulencia se debía a los enormes brazos, espalda ancha y pectorales perfectos. Tenía el mismo pelo blanco de la chica, pero sus raíces no estaban tan oscuras. Los ojos de un hazel claro que tintaba hacia el castaño.
-Hola- Le tendió la mano a Akaashi -¿Ella es la chica de la que has estado hablando últimamente? ¿Akaashi, cierto?
Habló para ambas. Aquella era la voz más bonita que la menor había escuchado. Grave, pero no demasiado. Dulce y gentil.

El hombre tenía una bonita personalidad. Ruidosa pero no tan activa como la de su hija.
Estrechó su mano, la diferencia de tamaños era abrumadora. El padre de Bokuto definitivamente debía hacer algún deporte o tener una suscripción muy activa en el gimnasio. Sin problemas podría haber desafiado a un gladiador grecorromano y le habría ganado en tres segundos.

Cenaron juntos, a pesar de que Akaashi había insistido en no causar molestias, pero de ninguna forma Bokuto la dejaría irse. Aún tenían cosas que hacer.
Aquella tarde fue la primera que habían pasado juntas, la primera en que Bokuto no había tenido que desquitar su soledad haciendo pilates desde youtube o comiendo algo que seguramente no tardaría en arrepentirse, o al menos, no lo había hecho sola esta vez.

También fue la primera vez que Akaashi se sentía en confianza con otra chica de nuevo.
Era la primera de muchas otras veces también.
Podían estar juntas durante horas sin aburrirse, Bokuto hablando y ella escuchando, limitándose a dar asentimientos o generar uno que otro comentario.

Ahí estaba surgiendo algo, una cosa que ninguna de las dos podía explicar. Pero fuera lo que fuera, no les estaba molestando.
-Lamento las molestias.
Se despidió Akaashi antes de ser encaminada a casa por Bokuto.

El sol se había ocultado, pero sus casas no quedaban muy lejos de fukurodani, aunque los rumbos eran contrarios. Podía dejarla en la escuela y hacer la mitad del camino de regreso al igual que Akaashi, ya que esta no había querido que la llevaran en el auto. Por lo que caminaron bajo la iluminación de las farolas.

-Gracias por la falda
Dijo deteniendo la marcha justo en la entrada de la escuela. Ahí estaban otra vez, mirándose la una a la otra de frente.
Los ojos dorados cruzando con los grises de la otra. Bokuto se percató entonces de que la chica seguía vistiendo la falda corta, la tela larga sobresaliendo de su bolso.
La albina podía notar la diminuta sonrisa de la chica al despedirse, el timbre de voz unas octavas más agudas.
Se sintió feliz entonces, comprendiendo el porqué a su madre le encantaba pasar horas cosiendo y cortando tela.
Esa sensación en el pecho por haber visto sonreír sin intensión a la siempre seria chica... Le gustó.

Sería algo interesante hacer cosas para causar esa sonrisa, se dijo a sí misma antes de continuar el camino a casa.
Akaashi era realmente alguien a quien quería conocer a fondo.

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¡Gracias por leer! Esta vez les dejo una edición de la forma en la que luciría el señor Bokuto en la historia, solo he cambiado un poco el pelo y el color de los ojos de la imagen original. Espero estén disfrutando la historia.
¡Nos leemos en la próxima actualización!

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora