1- Peleas y mejores amigos

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Sólo hacía falta la alfombra roja y los flashes para equiparar su recibimiento con una pasarela cada vez que cualquiera la miraba por primera vez.
Piel tersa, cintura pequeña, 1.74 de altura. Despampanantes ojos dorados y la cabellera albina mejor cuidada de toda la ciudad, mechones negros intercalándose como piedrecillas en la nieve la hacían destacar a la vista de cualquier multitud.
A eso, sumándole la apariencia angelical y el tono fuerte de su aterciopelada voz, tenía babeando a medio colegio desde el preescolar.
Tenía una energía poco vista en chicas, era increíble en los deportes y tras haber cursado apenas su primer año de preparatoria, Bokuto Kôtaro ya había rechazado a la mitad de sus pretendientes sin darse cuenta siquiera.
No sólo resaltaba el hecho de ser bonita y sus cualidades deportivas, era bien sabido dentro de la escuela que su madre era una diseñadora increíblemente reconocida en Asía, y el que ella tuviera acceso exclusivo a todas sus prendas antes de salir al mercado, la hacía presumir de un estilo fabuloso. Eso y el buen gusto que tenía para combinar su uniforme con algunos accesorios que la hacían ser la envidia o el modelo a seguir del resto de las chicas, quienes anhelaban entablar una amistad con ella en secreto.
Bokuto era una chica linda y lo sabía, no en balde modelaba un par de veces al mes para la compañía de su madre cuando estaba en Tokio.
Su padre se había negado durante toda la infancia de la chica a que se parara sobre una pasarela, pero apenas la albina recibió su primer elogio por parte de los otros diseñadores, su vida se transformó.
Sólo unas pocas veces, ya que tampoco quería dedicarse por completo al modelaje, tenía otras pasiones, como el vólley, el cuál su padre prefería mil veces, ya que no implicaba a su pequeña niña en exuberantes escotes y plataformas.
Toda la vida siendo un sol. El centro de atención, sin notarlo la mayor parte del tiempo.
Bokuto ni siquiera se había dado cuenta de que no le agradaba a unas cuantas personas. En realidad, era tan torpe para los detalles que simplemente no se percataba de las señales de desprecio de algunas personas, en especial chicas, al punto que terminaba interactuando con algunas como si fueran las mejores amigas y ellas no la toleraban.
Era un ser extraño para la mayoría.
Ayudaba en lo que podía, aunque su torpeza dificultara las cosas.
Era optimista en un punto radical, que incluso la hacía pasar por tonta, pero ese extremo podía venirse abajo cuando se deprimía (lo cual pasaba muy seguido).
Su última crisis existencial había sido apenas unos días atrás, cuando hizo enfadar a Konoha, un chico miembro del club de vólley masculino con el que compartía clase, y este dejó de hablarle.
-Por última vez Bokuto. Primer año fue divertido, pero mis padres no quieren volver a ver malas notas. Quiero concentrarme en el club y durante clase, no puedo estar jugando contigo.
-Pe..pero- Intentó detenerlo mientras este salía con su almuerzo del aula que compartían -Al menos podemos seguir almorzando juntos.
El chico resopló, frustrado.
-Podríamos, pero siempre te las ingenias para meterme en problemas- Se detuvo para mirarla -Mi madre ya me advirtió que no podré seguir en el club si le llevo un solo reporte más. Debo concentrarme en tener mejores notas si quiero ir a una buena universidad, y tu deberías hacer lo mismo.
-Podemos estudiar juntos. Prometo no descuidar los estudios tampoco.
-Será lo mejor para los dos, ya lo verás.
Le despeinó el cabello y salió del salón de clases, pero el día ni siquiera había terminado cuando los lloriqueos de Bokuto lo tenían más harto que cuando se juntaba con ella normalmente.
La chica terminó persiguiéndolo tanto, que el chico en una ataque de ansiedad, acabó diciéndole que consiguiera otros amigos fuera del club de vólley. Lo cual, la hizo replantearse y darse cuenta de lo que aquello significaba: En realidad, no tenía otros amigos.

"Tu no podrías conseguir una mejor amiga aunque te golpeara con un balón en la cara"
Habían sido las palabras del chico luego de ser acosado durante todo el primer día de clases.
Después de eso, ya nada fue igual.
La chica parecía un fantasma desde entonces, claramente, la situación en la cancha era peor.
La sensación de que quizá nunca había tenido una amiga real la atormentaba.
Anhelaba encontrar a su otra mitad, de esas amigas con las que tendría claves especiales para referirse al chico que les gustaba y que de sólo mirarse, sabrían que pensaba la otra.
Deseaba eso.
Le obsesionaba tanto que cada vez que conocía a una persona nueva, su inconsciente la hacía ver señales por todas partes que "indicaban" que ahí estaba su nueva mejor amiga por siempre. Pero siempre se llevaba una decepción cuando la chica a la que había estado pegada toda la última semana le presentaba a su mejor amiga.
Incluso creyó que su otra mitad podría ser ese chico pelinegro que había conocido durante un juego, pero nunca podía pasar tanto tiempo con él. Era divertido y le encantaba cuando estaban cerca, pero el chico era un completo nerd y la escuela lo consumía. No podía ser su otra mitad a distancia ¿o si? No para Bokuto.
Siempre terminaba deprimiendose cuando fracasaba.

Quería una amiga, una real.

Cansada del fracaso y tan mentalmente agotada por poner todos sus sentimientos en algo que nunca funcionaba, renunció a su búsqueda.
Abandonando en su inconsciente todo anhelo de encontrar a esa otra persona que la complementaría.

Iba por su segunda semana cuando, entre risas y diversión, una nueva chica se apareció por la escuela.
Concretamente, en su cancha.
No era que Bokuto creyera que el lugar entero le pertenecía, era una metáfora, más hacia el sentido de que aquello se sentía como "casa" para ella. Una casa que hacía mucho no brillaba del todo.

Una guapa morena de aproximadamente 1.70 era lo que llamaba su atención.
Era un poco más bajita que ella. Tenía una cara bonita, rasgos finos y los ojos entre gris-azul más hermosos que la chica había visto.
Sus cejas eran pequeñas y tan oscuras como su cabello, su postura recta y muy delgada en general.
Miraba su tablero de notas despreocupadamente, reyenando lo que parecía ser una solicitud mientras las demás entraban.

La albina se detuvo en seco al verla, preguntándole a las demás si sabían de quién se trataba.
No obstante, lo más que pudieron decirle era lo obvio: Una nueva aspirante de primero.
La sensación latente en su pecho le indicaba sentimientos encontrados. ¿En qué posición jugaría? ¿Le gustaría el helado de chocolate? ¿Cuál era su comida favorita?... ¿Querría ser su amiga?
No sabía cómo, pero la chica brillaba ante sus ojos. Podría fallar como tantas otras veces, pero eso no quería decir que se daría por vencida tan fácil, iba a intentarlo. Al menos, una vez más.

Hola a todos, probablemente la historia parezca avanzar muy rápido en este capítulo, pero recuerden que vamos empezando (solo quería dejar algunas cosas claras desde aquí).
Reviso y subo el próximo en un momento.
¡Gracias por leer!

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora